Con respeto me dirijo ante mi Padre Celestial y ante mi Divina Madre María de la Paz, pidiendo el permiso para dirigirme a vuestro excelso y amado hijo Ismael Garzón Triana, en la Conmemoración de los 54 años de la desencarnación de su espíritu.
A ti amado hermano de mi espíritu Maestro Ismael Garzón Triana, me dirijo en este día especial, donde así se conmemora vuestra partida de este plano Tierra, para daros los agradecimientos en nombre de la humanidad; de mis hermanos de la junta directiva de las distintas Asociaciones; directores corporales de cada Estudio; de la comarca de médiumnes; pacientes y seguidores; de mi familia espiritual y corporal; y en mi nombre propio, por tan grandioso legado que hais dejado para el bien de la humanidad.
Os doy mis agradecimientos hermano de mi espíritu por traer a este plano Tierra, la instauración de los Tribunales Espirituales del Padre Supremo a través de vuestra Obra para el beneficio y el desligar de los espíritus encarnados y desencarnados, con lo cual todo trabajador de esta Causa Divina debe sentirse honrado y gozoso por contar con el permiso de nuestro Padre, de poder llegar, conocer y hacer parte de las filas espirituales como soldado defensor de esta Enseñanza. Os pido amado hermano y Maestro, que nos concedas vuestra orientación, vuestra fortaleza a quienes hemos dado el paso como estudiantes, para que nuestro andar, nuestro devenir, nuestro comportamiento y el servicio que prestemos a nuestros hermanos en el nombre de nuestro Padre Celestial, sea firme y corresponda en esencia a vuestro ejemplo y a lo plasmado por ti Maestro, en la Enseñanza ESTUDIOS ASTRALES ESPIRITUALES ANTE DIOS; y no, a través de la ligereza de nuestro pensamiento errado surcado por vicios e intereses personales de quienes nos hemos comprometido a esparcir vuestra semilla de Amor, Justicia y Paz, conforme a la verdad.
Os pido perdón Maestro Ismael por pisotear vuestra Obra con cada uno de mis actos equivocados en orgullo, en egoísmo, en soberbia, y ante la necedad de mi materia en aquel tiempo mal invertido en el señalamiento, en la crítica, en la malquerencia, así como en la ociosidad y en la delectación de mi materia. Os pido entonces vuestra mirada piadosa, y me permitáis así Maestro Ismael, vuestra compañía, vuestra guía y orientación para que éste, vuestro hermano, espíritu anhelante, se cobije con la luz de la hermosa verdad que emana de vuestra Enseñanza Esclarecida, y así enaltecer mi espíritu para poder adquirir la firmeza espiritual y la lealtad ante aquella Majestad Divina y sus Mandatos.
Por tal razón os clamo vuestra irradiación, vuestra ayuda para poder adquirir mediante el estudio, el conocimiento, el discernimiento; y así obtener el verdadero cambio de actitud a través de la moral aplicada a cada una mis acciones, basadas en las Leyes Espirituales, en los Mandatos Divinos, para tener la oportunidad si así está permitido por nuestro Padre Celestial, de alejar la ignorancia que oscurece mi espíritu; como también desligarme de toda atadura material, todo apego, toda ansia de representación y de poder, de toda envidia, de todo resentimiento, toda prevención y egoísmo, porque al igual que en aquel día de mi juramento espiritual donde prometí así a mi Padre y a ti Maestro Ismael, y que hoy os lo reiteró; “NO ANHELO NI DESEO NADA PARA MI ESPÍRITU EN CONOCIMIENTO, EN INTELIGENCIA NI EN SABIDURÍA, QUE YO NO PUEDA COMPARTIR LIBREMENTE CON TODOS MIS HERMANOS”
Considero amado Maestro que, más que facultades espirituales a conseguir a través de la Enseñanza; está el compromiso primeramente conmigo mismo de trabajar ardua y laboriosamente hasta adquirir aquella virtud moral que esclarece, que ennoblece y que capacita adecuadamente al estudiante espiritual-astral para ser ejemplo dentro y fuera de los Estudios, y poder compartir, expandir y enseñar con verdadero conocimiento de causa, vuestra Obra, que es fuente inagotable de Luz, de conocimiento, de inteligencia, de sabiduría, de humildad y de moral, cuando es llevada como corresponde; soportes indispensables para el correcto desempeño de la misión de cada Soldado defensor de la Divina Causa, de cada estudiante, al haber consentido con su juramento el servir en nombre de mi Padre Celestial como corresponde, y no como orgullosamente pueda parecerme.
Grande es la oportunidad que se nos ha concedido en esta cruzada a través de vuestra Enseñanza como estudiantes, como trabajadores corporales con propósitos espirituales, el servir a nuestros hermanos en nombre de aquella Majestad Divina; por ello os pido amado Maestro, vuestra ayuda, vuestra asistencia, vuestra fortaleza, para defender con ejemplo y no con atropellos ni palabras redundantes ni vacías, ésta Causa Divina. Ayuda a éstos vuestros discípulos y hermanos, a obtener la claridad, el discernimiento y el amor por la Obra del Padre Supremo, para poder entregarla tan limpia como la hais entregado tú, Maestro Ismael.
Perdonad el atrevimiento con el que me dirijo ante ti mi amado hermano, pero os digo que éste espíritu doblemente prisionero en este plano terrenal y en mi materia, goza infinitamente con vuestra presencia, con la presencia de mi Divina Madre María de la Paz en mi pensamiento, como también con la de aquellos Maestros, Guardias y custodios de la Enseñanza que siempre nos acompañan. Y hoy, cuando apenas sí empiezo a despertar del letargo en el cual estaba sumido por la ignorancia, por la rebeldía de mi materia; agradezco tan hermosos cantares como los son aquellos Pergaminos que nuestro Padre Celestial nos permite escuchar a través de sus Mensajeros para libar así las mieles de este conocimiento. Pero tristemente reconozco que muchas de las veces he desdeñado este Manantial al no estudiar, al no escudriñar lo que ya se encuentra esclarecido en la Obra, pero confuso en mi mentalidad por el arraigo de los vicios que es ignorancia y oscuridad para mi espíritu. Por ello os te pido mi buen hermano, que claméis ante nuestro Padre Celestial para que me permita apreciar aunque sea por un breve instante, la majestuosidad de la vida espiritual, reconocer nítidamente los Mandatos Divinos para no confundir a Dios por otra cosa, y así hallar la manera de incrementar la fortaleza con lo cual hoy apenas sí me sustento para resistirme a caer nuevamente en tan delirantes y perturbadoras ensoñaciones que me subyugaban a cada instante.
Al servicio de mis hermanos me encuentro, a vuestro lado quiero servir, y a los pies de aquella Majestad Divina, es mi anhelo el llegar. Por ello Maestro Ismael, os ruego, os pido respetuosa y humildemente, clamad a nuestro Padre Celestial para que este Manantial que es su Obra, continué emanando las bondades que brinda a todos sus hijos. Por lo cual os te pido amado Maestro, ayúdame, para que llegue aquel día en que pueda trasegar sin secreto alguno que me intimide, ni que me ponga en vergüenza ante mi Padre Celestial ni ante vos ni ante mis hermanos, porque sólo bajo esa condición moral me sentiré digno de ser un estudiante espiritual de vuestra Enseñanza.
Héctor Fabio Cardona...
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