La homosexualidad desde el punto de vista espiritual

 


Sin duda alguna muchas preguntas en este campo, aún no encuentran respuestas claras y definitivas en el conocimiento terrenal; y al ser un tema bastante complejo como controversial, requiere tanto de preguntas puntuales, como de respuestas precisas, ya que el fondo del asunto en cuestión es tan relevante como delicado; por ello no juzgo ni señalo a ninguno de mis hermanos, como tampoco entraré a refutar los conceptos de la ciencia ni de las comunidades, porque mi idea no es imponer, mi idea es exponer un conocimiento que brinda respuestas claras, que invita a la reflexión, a la comprensión y no a la persecución.

INTRODUCCIÓN.
La respuesta a la pregunta formulada, la encontraréis al final de esta publicación…

() Se habla todo el tiempo aquí, allá y más allá. Se supone, se especula con la Enseñanza; así como con un tema, con otro, y con otro más, con la idea de obtener respuestas a los interrogantes que surgen en las mentalidades; pero no se estudia, no se investiga, no se profundiza. Y cuando os encontráis frente a la respuesta de vuestros cuestionamientos, lo que hacéis es asustaros, huir, cerrando vuestros ojos, tapando vuestros oídos, y escondiendo vuestra cabeza como el avestruz, ante el terror que os produce el haber hallado respuesta a vuestra búsqueda, porque quizá no es la que esperabais, o sencillamente porque es más cómodo dejar las cosas como estaban para no incomodar a nadie; pero os digo que, no es así como lograréis hermanos míos, el esclarecimiento en vuestras mentalidades de los Mandatos Divinos.

Es indispensable entonces comprender las Leyes Espirituales para poder comprender las causas del espíritu, y tener una idea elemental del porqué de los sufrimientos morales y corporales que nos aquejan, así como de los vicios que nos circundan, tales como las bajas pasiones que desmoralizan a el espíritu encadenándolo, aferrándolo a este plano Tierra como consecuencia de su errado proceder, así como aquellos comportamientos señalados como “inadecuados” que desnaturalizan la tarea del espíritu a través del cuerpo físico asignado en su marcha evolutiva; y que poco a poco se generaliza entre la población con actuares que antes eran excluidos de unos parámetros conductuales, y que hoy se consienten y se hacen legales mediante leyes terrenales populistas y permisivas, que en vez de ayudar a esclarecer a la humanidad desorientada, han terminado agravando, ahondando los grandes males que azotan, que afligen a la población mundial ante la ignorancia, ante el desconocimiento de las Leyes que gobiernan el mundo espiritual, y que repercuten en vicios, miserias y malos comportamientos de los encarnados, cuando éstas son desatendidas.

Ante tal situación, además de necesario, se hace indispensable el compartiros este conocimiento sobre las causas, sobre los errores que sumen a el humano en aquel mar de incertidumbre, desvirtuando su verdadero rol en su paso por este plano terrenal; ya que el espíritu vino a la Tierra a evolucionar, a trabajar para un progreso, no para aumentar sus faltas al cubrirse con ignorancia.

Por lo cual, sería irresponsable de mi parte tratar este tema ligeramente y terminar por confundiros antes que esclareceros, ya que no se debe hacer regla general, algo que varía de una condición, y de un ser a otro; por tal motivo y previo a la respuesta de la pregunta y del tema en cuestión, he considerado de suma utilidad presentaros el siguiente adoctrinamiento espiritual para poder esclarecer a quienes no están familiarizados con las Leyes, con los mandatos Divinos, ya que este cuestionamiento requiere del conocimiento emanado de la sabiduría de las Leyes que el Padre Supremo ha enviado a este plano Tierra durante todos los tiempos a través de sus mensajeros, para traer Luz, Conocimiento y Verdad; y no del parecer del pensamiento personal de hombre alguno.

Os digo hermanos de mi espíritu que mi intención no es la de atacar, juzgar, señalar ni hacer sufrir a ningún hermano o comunidad con orientación homosexual o similares; como tampoco el desvirtuar teorías, tesis médicas o científicas, ni enseñanzas o filosofías que aporten en favor o en contra, o que difieran de lo que aquí os presento con amor, porque estaría faltando a el respeto a mis hermanos que se han guiado según su sentir, según el conocimiento que les asiste y según su libre albedrío; pero humildemente os digo hermanos míos, que la enseñanza espiritual no admite complacencia alguna con aquello que no corresponde a la esencia del espíritu; ya que ésta nos impele a impartir, a divulgar, a extender el conocimiento con claridad para que haya una verdadera comprensión sobre las causas, sobre los efectos; y en este caso concreto, sobre el porqué de la homosexualidad.

Os invito a todos mis hermanos que puedan llegar a sentirse aludidos, ofendidos o perseguidos con mis palabras; a que comprendan que mi intención es orientaros con respeto, como también el haceros llegar a través de ésta enseñanza, la guía, la orientación espiritual, la ayuda mediante el conocimiento de aquello que fue asignado a cada espíritu como tarea, y como oportunidad de expiación en su paso por este plano terrenal, para que a través de su cuerpo físico pueda trasegar y trabajar en su progreso, y corregir aquellas faltas; causa del regreso del espíritu a la materia. Entonces hermanos míos, no os privéis, no perdáis la oportunidad de reconocer vuestra verdadera esencia que es el espíritu y no la carne. Concedeos un mínimo de tiempo, y permitid que os brinde también el mío, para que, en todo aquello en que os pueda servir, se vea reflejado a través del trabajo conjunto, en el estudio y esclarecimiento de aquellas Leyes que tarde o temprano toda la humanidad deberá de reconocer y cumplir para poder salir de este globo de expiación, de prueba, de sufrimiento y de dolor.
Os invito también, para que aquello que encontréis frívolo o en detrimento de vuestras dignidades en ésta enseñanza que os comparto con gran amor, lo reflexionéis, y lo desechéis si así es vuestro deseo; como también aquello que según vuestro entendimiento o como llamado de vuestro espíritu consideréis provechoso para vosotros, atesoradlo, y trabajad para su esclarecimiento si así es vuestra voluntad.

No juzgo ni señalo a ninguno de mis hermanos, no entraré a refutar como ya os dije, los conceptos de la ciencia ni de las comunidades, porque mi idea no es imponer, mi idea es exponer un conocimiento que brinda respuestas claras, que invita a la reflexión, a la comprensión y no a la persecución.
Héctor Fabio Cardona.

() Mientras se ocultan las verdaderas Leyes de Dios, otros toman en sus manos lo que hay en el terrestre para hacer perjuicios, y esto por falta de la verdad; porque habiendo la verdad, todo el mundo se preocuparía y conocería los misterios de la Naturaleza.
Si todo lo hay en el terrestre para el bien y el mal ¿por qué no se toma la verdad de Dios para el bien, tanto corporal como espiritual?
Se limpiaría la humanidad de vicios, espíritus que se han hecho imperfectos por su propia culpa, y culpa de quienes los han guiado en el terrestre en su forma corporal.
Los mandatos Divinos son para que el hombre se sirva de ellos, y se viva en paz, así como hermanos hijos de un mismo Padre Creador de todo cuanto se encuentra universalmente. Cuando todo el mundo practique las verdaderas Leyes de Dios; entonces el mundo vuelve a la normalidad.

El mundo se ha ido perfeccionando a medida del desarrollo y las tierras ocupadas por habitantes humanos; lo mismo ocurre en la vida espiritual, se ha perfeccionado mucho, aunque las Leyes de Dios no se han cumplido como Él las envía al terrestre.

Hoy es más humano el ser humano, y ha sido tanto el progreso, que en algunos miles de años ha habido quienes han escrito obras contrarias a las de Dios; porque sólo para hacer daños a la humanidad han servido las que hoy están en pleno desarrollo; mientras que las Leyes Divinas las tienen escondidas y no las enseñan, y las rechazan, me refiero a las Leyes Espirituales que son las mismas de todos los tiempos.
De acuerdo con la etapa y el progreso, así mismo llega la Ley de Dios para salvar al mundo corporal y espiritual de imperfecciones; porque haya respeto en las vidas y en todo.

Ismael Garzón Triana...

() El alma, después de residir temporalmente en el espacio, renace en la condición humana trayendo consigo la herencia, buena o mala de su pasado; renace niño, reaparece en la escena terrestre para representar un nuevo acto del drama de su vida, pagar las deudas que contrajo, conquistar nuevas capacidades que le han de facilitar la ascensión, y acelerar la marcha hacia adelante.
La ley de los renacimientos explica y completa el principio de la inmortalidad. La evolución del ser indica un plan y un fin. Ese fin, que es la perfección, no puede realizarse en una sola existencia por más larga que sea.
Debemos ver en la pluralidad de las vidas del alma, la condición necesaria para su educación y su progreso. Es a costa de sus esfuerzos, de sus luchas, de sus sufrimientos, que ella se redime de su estado de ignorancia y de inferioridad, y se eleva de escalón en escalón; en la Tierra primero, y después a través de las innumerables estancias del cielo estrellado.

La reencarnación afirmada por las voces del más allá, es la única forma racional por la que se puede admitir la reparación de las faltas cometidas y la evolución gradual de los seres. Sin ella no se ve sanción moral satisfactoria y completa.
El hombre llevado a creer en la acción de fuerzas ciegas y fatales, en la ausencia de toda justicia distributiva, resbala insensiblemente hacia el ateísmo y el pesimismo. Al contrario, todo se explica, se torna claro con la doctrina de las vidas sucesivas. La ley de justicia se revela en las menores particularidades de la existencia.

Cada uno lleva para la otra vida y trae al nacer, la simiente del pasado. Esa simiente ha de esparcir sus frutos conforme a su naturaleza, o para nuestra felicidad o para nuestra desgracia en la nueva vida que comienza y hasta sobre las siguientes; si una sola existencia no basta para deshacer las consecuencias malas de nuestras vidas pasadas, al mismo tiempo nuestros actos cotidianos, fuentes de nuevos efectos, vienen a juntarse a las causas antiguas atenuándolas o agravándolas, y forman con ellas un encadenamiento de bienes o de males que, en su conjunto formarán la tela de nuestro destino. Así, la sanción moral tan insuficiente a veces, tan sin valor cuando es estudiada desde el punto de vista de una vida única; se reconoce absoluta y perfecta en la sucesión de nuestras existencias. Hay una íntima correlación entre nuestros actos y nuestro destino. Sufrimos en nosotros mismos, en nuestro ser interior y en los acontecimientos de nuestra vida, la repercusión de nuestro proceder. 

Nuestra actividad en todas sus formas crea elementos buenos o malos, efectos próximos o remotos que recaen sobre nosotros en lluvias, en tempestades o en alegre claridad. El hombre construye su propio futuro y hasta ahora, en su incertidumbre, en su ignorancia, él lo construye a ciegas, y sufrió su suerte sin poder explicarla. No tardará el momento en que, más bien instruido, penetrado por la majestad de las leyes superiores, comprenderá la belleza de la vida que reside en el esfuerzo corajoso, y dará a su obra un impulso más noble y elevado.

Otro elemento del problema es la libertad de acción del Espíritu. A unos, ella permite que se demoren en el camino de la ascensión, que pierdan sin cuidado con el verdadero fin de la existencia, tantas horas preciosas en busca de las riquezas y del placer; a otros, los deja apresurarse a seguir los caminos escabrosos y alcanzar las cimas del pensamiento, sí a las seducciones de la materia, prefieren la posesión de los bienes del espíritu y del corazón.

Pertenecen a ese número los sabios, los genios de todos los tiempos y de todos los países, los nobles mártires de las causas generosas y aquellos que consagraran sus vidas enteras a acumular en el silencio de los claustros, de las bibliotecas, de los laboratorios, los tesoros de la ciencia y de la sabiduría humana.

Todas las corrientes del pasado se encuentran, se juntan y se confunden en cada vida. Contribuyen para hacer al alma generosa o mezquina, luminosa u oscura, poderosa o miserable. Esas corrientes entre la mayor parte de nuestros contemporáneos, apenas consiguen hacer a las almas indiferentes, incesantemente oscilantes entre los llamados del bien o del mal, de la verdad o del error, de la pasión o del deber.

Así en el encadenamiento de nuestras estaciones terrestres, continúa y se completa la obra grandiosa de nuestra educación, el lento edificar de nuestra individualidad, de nuestra personalidad moral. Es por esa razón que el alma tiene que encarnar sucesivamente en los medios más diferentes, en todas las condiciones sociales; tiene que pasar alternativamente por las pruebas de la pobreza y de la riqueza, aprendiendo a obedecer para después mandar.

Precisa de las vidas oscuras, vidas de trabajo, de privaciones para acostumbrarse a renunciar a las vanidades materiales, a despegarse de las cosas frívolas, a tener paciencia, a adquirir la disciplina del espíritu. Son necesarias las existencias de estudio, las misiones de dedicación, de caridad, por medio de las cuales se ilustra la inteligencia, y el corazón se enriquece con la adquisición de nuevas cualidades; vendrán después las vidas de sacrificio por la familia, por la patria, por la humanidad. Es necesaria también la prueba cruel, crisol donde se funden el orgullo y el egoísmo, y las situaciones dolorosas que son el pago por las deudas del pasado, la reparación de nuestras faltas, la norma por la que se cumple la ley de la justicia. El espíritu se fortifica, se perfecciona, se purifica en la lucha y en el sufrimiento. “Vuelve a expiar en el mismo medio donde se hizo culpable”. Acontece a veces que las pruebas hacen de nuestra existencia un calvario, y ese calvario es un monte que nos aproxima a los mundos felices.

Entonces no hay fatalidad; es el hombre por su propia voluntad, quien forja sus propias cadenas: es él, quien teje hilo por hilo, día a día del nacimiento a la muerte, la red de su destino. La ley de la justicia no es en esencia, sino la ley de armonía; determina las consecuencias de los actos que libremente practicamos. No pune ni recompensa, y preside simplemente el orden, el equilibrio del mundo moral como al del mundo físico. Todo daño causado al orden universal acarrea causas de sufrimiento y un pago necesario hasta que, mediante los cuidados del culpable, la armonía violada sea restablecida.

El bien y el mal practicados, constituyen la única regla del destino. Sobre todas las cosas ejerce su influencia una ley grande y poderosa en virtud de la cual cada ser vivo del Universo sólo puede gozar de la situación correspondiente a sus méritos. Nuestra felicidad a pesar de las engañosas apariencias, está siempre en relación directa con la capacidad para el bien; y esa ley encuentra completa aplicación en las reencarnaciones del alma. Es ella la que fija las condiciones de cada renacimiento y traza las líneas de nuestros destinos. Por eso hay malos que parecen felices, mientras que hay justos que sufren excesivamente. La hora del pago sonó para éstos, y en breve, sonará para aquellos.

Asociar nuestros actos al plan Divino de acuerdo con la Naturaleza en el sentido de la armonía y el bien de todos, es preparar nuestra elevación, nuestra felicidad; actuar en sentido contrario, fomentar la discordia, incitar los apetitos malsanos, trabajar para sí mismo en menoscabo de los otros, es sembrar para el futuro fermentos de dolor, es colocarnos bajo el dominio de influencias que retardan nuestro adelantamiento y por mucho tiempo nos encadenan a los mundos inferiores.

¡Es eso lo que es necesario decir, repetir y hacer penetrar en el pensamiento, en la conciencia de todos, a fin de que el hombre tenga un único objetivo en la mira, conquistar las fuerzas morales, sin las cuales quedará siempre en la impotencia de mejorar su condición y la de la Humanidad!
Haciendo conocer los efectos de la ley de responsabilidad, demostrando que las consecuencias de nuestros actos recaen sobre nosotros a través de los tiempos, como la piedra tirada al aire vuelve a caer al suelo; poco a poco serán llevados los hombres a conformar su proceder con esta ley, a poner en práctica el orden, la justicia, la solidaridad en el medio social.

La evolución física y mental, y el progreso moral, son regidos por leyes idénticas; no basta una única existencia para darles cumplimiento. ¿Y para qué hubiéremos de buscar muy lejos en otros mundos los elementos de nuevos progresos, cuando los encontraremos por todas partes a nuestro alrededor? Desde el salvajismo hasta la más elevada civilización ¿no nos ofrece nuestro planeta amplio campo para el desarrollo del Espíritu?

¿A qué reglas estás sujetas el regreso del alma a la carne? A las de atracción y de afinidad. Cuando uno encarna, es atraído hacia un medio conforme a sus tendencias, a su carácter y grado de evolución. Las almas se siguen unas a otras y encarnan por grupos, constituyen familias espirituales cuyos miembros son unidos por lazos tiernos y fuertes, contraídos durante existencias vividas en común. A veces esos Espíritus son temporalmente alejados unos de otros y mudan de medio para adquirir nuevas aptitudes. Así se explican según los casos, las analogías o diferencias que caracterizan a los miembros de una misma familia, padres e hijos; más siempre, aquellos que se aman, vuelven tarde o temprano a encontrarse en la Tierra como en el Espacio.

Las condiciones de la reencarnación no permiten que nuestras situaciones recíprocas se inviertan; casi siempre se conservan los grados respectivos de parentesco. Algunas veces en caso de imposibilidad, un hijo podrá venir a ser el hermano menor de su padre de otros tiempos, la madre podrá renacer hermana más vieja del hijo. En casos excepcionales, y solamente a pedido de los interesados, se pueden invertir las situaciones. Los sentimientos de delicadeza, de dignidad, de mutuo respeto que sentimos en la Tierra, no pueden ser desconocidos en el mundo espiritual. ¡Para suponerlo, es preciso ignorar la naturaleza de las leyes que rigen la evolución de las almas!

El espíritu adelantado cuya libertad aumenta en razón directa a su elevación, escoge el medio donde quiere renacer, mientras que el Espíritu inferior es impelido por una fuerza misteriosa a la que obedece instintivamente, y todos son protegidos, aconsejados, amparados en su pasaje de la vida del espacio, para la existencia terrestre más penosa, más terrible que la muerte.

Antes de entrar nuevamente en contacto con la materia y comenzar una nueva carrera, el espíritu tiene como dijimos, que escoger el medio donde va a renacer para la vida terrestre; y esa elección es limitada, circunscripta, determinada por múltiples causas. Los antecedentes del ser, sus deudas morales, sus afecciones, sus méritos y deméritos, el papel que está apto para desempeñar, todos esos elementos intervienen en la orientación de la vida en preparación; de ahí la preferencia por una raza, tal nación, tal familia. Las almas terrestres que hemos amado nos atraen; los lazos del pasado se reatan en filiaciones, alianzas, amistades nuevas. Los mismos lugares ejercen sobre nosotros su misteriosa seducción y es raro que el destino no nos reconduzca muchas veces a las regiones donde ya vivimos, amamos, sufrimos.
Los odios son también fuerzas que nos aproximan a nuestros enemigos de otra vida para borrar con mejores relaciones, antiguas enemistades. Así volvemos a encontrar en nuestro camino la mayor parte de aquellos que fueron nuestra alegría o hicieran nuestros tormentos.

Pasa lo mismo con la adopción de una clase social, con las condiciones de ambiente y educación, con los privilegios de la fortuna o de la salud, con las miserias de la pobreza. Todas estas causas tan variadas, tan complejas, van a combinarse para asegurar al nuevo encarnado las satisfacciones, las ventajas o las pruebas que conviene a su grado de evolución, a sus méritos o a sus faltas, y a las deudas contraías por él.

Por lo que fue dicho, se comprenderá cuán difícil es la elección. Por eso esta opción nos es, la mayoría de las veces, inspirada por las Inteligencias directoras; o sino en nuestro provecho, han de hacerlo ellas mismas si no tenemos el discernimiento necesario para adoptar con toda sabiduría y prudencia, los medios más eficaces para activar nuestra evolución y expurgar nuestro pasado. Aun así, el interesado tiene siempre la libertad de aceptar o postergar la hora del desagravio ineluctable.

En el momento de unirse a un germen humano cuando el alma posee aun toda su lucidez, su Guía le muestra el panorama de la existencia que le espera; le muestra los obstáculos y los males de que será erizada, le hace comprender la utilidad de esos obstáculos y de esos males para desarrollarle las virtudes o expurgarle de sus vicios.
Si la prueba le parece demasiado ruda, si no se siente suficientemente armado para afrontarla, le es lícito al espíritu diferir la fecha y buscar una vida transitoria que le aumente las fuerzas morales y la voluntad.

En la hora de las resoluciones supremas antes de volver a bajar a la carne, el espíritu percibe, comprende el sentido general de la vida que va a comenzar, ella se le aparece en sus líneas principales, en sus hechos culminantes, siempre modificables entre tanto por su acción personal y por el uso de su libre albedrio; porque el alma es señora de sus actos, y desde el momento que ella se decidió, desde que el lazo se produce, y la incorporación se delinea; todo se borra, todo se desvanece. La existencia va a desarrollarse con todas sus consecuencias PREVISTAS, ACEPTADAS, DESEADAS, sin que ninguna intuición del futuro subsista en la conciencia normal del ser encarnado. El olvido es necesario durante la vida material. El conocimiento anticipado de los males o de las catástrofes que nos esperan, paralizarían nuestros esfuerzos, pararían nuestra marcha hacia el frente.
León Denis...


(…) Respuesta desde el punto de vista espiritual sobre ¿QUÉ INFLUYE PARA QUE MUCHOS SERES HUMANOS SEAN HOMOSEXUALES?

(...) En cuanto a la elección del sexo, es también el alma que de antemano resuelve; puede hasta variarlo de una encarnación a otra por un acto de su voluntad creadora, modificando las condiciones orgánicas del Periespíritu. (León Denis)

Esclarecimiento: Los espíritus producen la imagen en la parte humana o corporal; quiere decir, que es el espíritu, quien a través de la conformación de su Periespíritu con el fluido universal propios del medio que ha de habitar; crea el cuerpo físico con defectos, con virtudes, y hasta con mutilaciones según sea su misión, su tarea o su expiación. Por lo cual, todo lo que será, ha sido aceptado por él, antes de encarnar. (Héctor Fabio Cardona)

(...) Dijo el Maestro León Denis cuando estaba encarnado que, de acuerdo con sus guías espirituales Gerónimo de Praga - Juana de Arco el Espíritu azul- Allan Kardec, etc.; que la mudanza de sexo siempre posible para el espíritu, es ante de todo inútil y peligrosa. Los Espíritus elevados la reprueban.

CUANDO UN ESPÍRITU OPTÓ POR UN SEXO, ES MALO PARA ÉL, SALIR DE LO QUE SE VOLVIÓ SU NATURALEZA.
Es fácil reconocer a primera vista a nuestro alrededor, a las personas que en una existencia precedente adoptaran sexo diferente; son siempre bajo algún punto de vista anormales.
Las machonas, de carácter y gustos varoniles, algunas de las cuales presentan todavía vestigios de los atributos del otro sexo; sucede lo mismo con los hombres afeminados, que tienen todas las características de las hijas de Eva y están como que fuera de los padrones éticos en la vida. (León Denis)

Esclarecimiento: Es sabido que el espíritu es una chispa radiante de luz emanada del Padre Supremo; que fue creado a imagen y semejanza de Dios Infinitamente Poderoso y Justo, en luz, más no en forma física; por lo cual los espíritus en su esencia de luz, no tienen sexo; teniendo que recurrir a la conformación del alma o cuerpo fluídico que es el Periespíritu o Alma, envoltura semi-material que actúa de enlace o intermediario entre el espíritu y la materia, a través de laso fluídico para crear el cuerpo físico en el vientre de la madre que ha de ser su armadura pasajera en su paso por el plano terrenal.

El espíritu antes de encarnar, y bajo estricto compromiso espiritual para cumplir su misión, su tarea o expiación, sí está preparado para afrontar la prueba que solicita, puede peticionar por intermedio de su Ángel guía, que le sea concedida la oportunidad de escoger el medio o el hogar donde ha de habitar, como también puede elegir el género del sexo con el cual ha de nacer, teniendo preferencia hasta cierto grado por el género con el cual ha encarnado sus anteriores existencias. (no se debe hacer regla general esta condición, porque la decisión final sólo corresponde al Padre Supremo)

Ante tal compromiso, y a pesar de que el espíritu no tiene sexo; desde el punto de vista moral, este espíritu que se prepara para movilizar materia, deberá relacionarse con su entorno familiar y social, convivir sí así lo decide, conformando un vínculo afectivo con pareja opuesta a su propio género para cumplir con la LEY NATURAL DE REPRODUCCIÓN si así le ha sido asignado. Por lo tanto, a este hermano le corresponderá cumplir como espíritu encarnado, no sólo las leyes espirituales; si no, que deberá también su compromiso y su respeto a las leyes terrenales al habitar ambos mundos al mismo tiempo. Es causante de falta el incumplimiento del compromiso espiritual adquirido y aceptado por él; el desvirtuar su naturaleza física, o sea su género, bien sea femenino o masculino, y sucumbir ante los recuerdos de encarnaciones pasadas con sexo diferente al de su actual cruzada, que aunque no es totalmente consciente de ello, sí es estimulado por así decir, a responder en el ámbito de las sensaciones, de los deseos, de los placeres y de las bajas pasiones, a impulsos de atracción hacia personas del mismo sexo en el plano material; he aquí una de las razones por la cual se presenta en la parte material la homosexualidad.
Otras causas entre lo correcto y lo incorrecto en este aspecto, tienen matices tan variados, como instintos bajos exalten y exciten a el espíritu encarnado ante la ausencia de la moral. (Héctor Fabio Cardona)

(...) La mudanza de sexo podría ser considerada como un acto impuesto por la ley de justicia y reparación en un único caso, el cual se da cuando malos tratos o graves daños infligidos a personas de un sexo, atraen a este mismo sexo a los espíritus responsables, para que así estos sufran a su vez, los efectos de las causas a que dieran origen; y la pena del talión no rige como más adelante veremos, de manera absoluta. En el mundo de las almas existen mil formas de hacer la reparación y de eliminarse las causas del mal. La cadena omnipotente de las causas y de los efectos se desenreda en mil anillos diferentes. (León Denis)

Esclarecimiento: Cuando un espíritu ha sido responsable de maltrato a sus hermanos del sexo opuesto; abuso, aberraciones, infidelidades, castigos, crueldades etc., etc., este hermano para reparar su falta, se ve obligado a encarnar en una materia del mismo género que maltrató o del que abusó en el pasado, para así sufrir en carne propia lo que hizo sufrir a sus hermanos; y si este hermano no se fortalece moralmente, los instintos y sensaciones grabadas en su Periespíritu terminarán aflorando y sobreponiéndose al sentir del género escogido o impuesto en su presente cruzada, y sucumbirá ante la atracción y el deseo hacia personas de su mismo sexo, con igualdad o similitud de condiciones o causas motivantes.

Puede ser que dos hermanos en espíritu, que como pareja heterosexual se amaron mucho en el pasado, se busquen y se reencuentren en otra existencia con el deseo de continuar juntos; pero si uno de los dos a encausado su espíritu con el género contrario, éste se verá obligado a conformar su cuerpo físico con un género diferente al de la cruzada que lo encausó, y al rencontrarse con aquel hermano que moviliza materia con igual género al suyo; parte del sufrimiento de su expiación, será el estar separados, imposibilitados para unirse nuevamente en pareja en lo corporal. Pero si ese amor es verdadero y se sobrepone a las bajas pasiones, si se cumple con el compromiso espiritual; serán dos seres que se amarán espiritualmente, y se respetarán como amigos corporales, sin sucumbir al indistinto primitivo de las sensaciones, y sin conformar pareja corporalmente.

Cuando se incumple el compromiso espiritual, cuando se falla ante la prueba o la expiación impuesta por las faltas cometidas en el pasado, se sucumbe ante las bajas pasiones, al unirse dos seres del mismo género, que, atraídos por sensaciones latentes en sus periespíritus, no pueden identificar el porqué de aquella atracción entre ambos porque desconocen las Leyes espirituales, y por ende, las causas a que ello conlleva; porque ni la ciencia, ni las filosofías, ni las religiones han podido dar claridad como lo ha hecho el espiritismo ante este escollo que para los espíritus encarnados se presenta en su trasegar por este plano tierra.

Este tipo de uniones, este aparente amor espiritual entre espíritus encarnados del mismo sexo que algunas enseñanzas espirituales con conocimiento de Leyes esclarecidas pero mal interpretadas pretenden dar el carácter de verdadero amor espiritual a éstas uniones antinaturales, a este proceder que no corresponde ni a la esencia ni a la misión del espíritu; son desde todo punto de vista confusas por su ambigüedad sobre el hecho de que el espíritu no tiene sexo, para justificar lo injustificable... la unión de pareja del mismo género. Sin duda alguna, quién así actué o aconseje actuar, está  confundiendo el verdadero amor espiritual con el apego a la materia, y las bajas pasiones, lo cual viene a demostrar ignorancia en el conocimiento de las Leyes Espirituales y Morales.

A nuestros hermanos que se definen como homosexuales, os digo que en el espiritismo encontraréis respuestas a aquellas preguntas que bullen en vuestras mentalidades; como también encontraréis respeto, comprensión, amor espiritual, y el conocimiento para que podáis definiros como lo que realmente sois, espíritus encarnados en el cumplimiento de una misión asignada.
El verdadero espiritismo no persigue, no señala, no critica y tampoco juzga; pero tampoco puede renunciar a su rol de exponer una verdad para llevar el conocimiento de las Leyes espirituales a las mentalidades, porque nos encontramos en el cumplimiento de una misión, de una tarea como trabajadores corporales con propósitos espirituales.
Los siervos al servicio de aquella Majestad Divina, actuamos con las almas, tal y como el médico corporal que, sin preguntar edad, etnia, filosofía, religión, etc., atiende y receta para curar las heridas que aquejan la materia; nosotros atendemos, recetamos, y si nuestro Padre lo concede por intermedio de sus mensajeros, ayudamos a curar las llagas del alma de nuestros hermanos.

Pido a mis hermanos, no dar destino diferente a este esclarecimiento que tiene como única finalidad el brindar apoyo y ayuda todos nuestros hermanos mediante el conocimiento de las Leyes espirituales; como tampoco desechar este material sin antes leerlo, meditarlo y hacer vuestras propias pesquisas. Y si después de pasar por el tamiz de la lógica, del amor y de la razón, lo que aquí os comparto; si aun así pensáis que no os interesa; entonces tomad aquello que buenamente os pueda servir, y desechad con sensatez lo que parezca frívolo o falaz según vuestro entendimiento. Pero os digo hermanos de mi espíritu, que mientras persistan los malos tratos, los abusos, las bajas pasiones, la falta de respeto de hermano a hermano, así como el desconocimiento de las Leyes espirituales que permitan el despertar de conciencia en la humanidad; el mundo verá con asombro el aumento vertiginoso de estos casos, y no podrá explicar el por qué.

Vuestro amigo y hermano;
Héctor Fabio Cardona.


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