Con respeto me inclino ante mi Padre Celestial y a ante mi Divina Madre María de la Paz, pidiendo el permiso para dirigirme a vuestro excelso Hijo, Ismael Garzón Triana, en este día, del 56 aniversario de la Fundación de los Estudios.
A ti Divino Maestro Ismael, me dirijo en este día de gran recordación, donde así se conmemora el aniversario de la fundación de los ESTUDIOS ASTRALES ESPIRITUALES ANTE DIOS, para daros mi agradecimiento en nombre de la humanidad, de mis hermanos dirigentes, directores corporales, de la comarca de Médiums, pacientes y seguidores, de mi familia espiritual y corporal; y sobre todo en mi nombre propio por tan grandioso legado.
Os doy mis agradecimientos hermano de mi espíritu por traer a este plano Tierra la instauración de los Tribunales Espirituales de mi Padre Celestial, para el beneficio y el desligar de los espíritus tanto encarnados y desencarnados; con lo cual todo siervo al servicio espiritual ante mi Padre, debe sentirse honrado, bendecido y gozoso por el permiso de aquella Majestad Divina, de poder llegar, conocer y hacer parte de las filas espirituales como soldado defensor de la Divina Causa. Os pido amado Hermano y Maestro, que nos concedas vuestra orientación, vuestra fortaleza a quienes hemos dado el paso como Soldados, para que nuestro andar, nuestro devenir, nuestro comportamiento y el servicio que prestemos a nuestros hermanos en el nombre del Padre Supremo, sea firme y corresponda en esencia a lo plasmado por ti Maestro, en la Enseñanza que hais dejado como legado para el bien de la humanidad a través de los Estudios Astrales Espirituales Ante Dios; y no, a través de la liviandad y ligereza de un pensar errado y surcado por vicios e intereses personales de quienes nos hemos comprometido a esparcir vuestra semilla de Amor, Justicia y Paz.
Os pido perdón Maestro Ismael por cada uno de mis actos equivocados del pasado y del presente en vuestra, por la necedad de mi materia, y por aquel tiempo mal invertido en el señalamiento, en la crítica, así como en la ociosidad, y en la delectación, dando mal ejemplo de vuestra Enseñanza. Os pido entonces vuestra mirada piadosa, vuestra compañía, y permitáis así Maestro Ismael, que éste espíritu anhelante se cobije con aquel manto de la hermosa verdad que encierra vuestra Magna Obra, vuestro verbo indulgente lleno de amor y de sabiduría que hais enseñado en vuestras cruzadas, con aquel pensamiento altruista que enaltece a el espíritu para que prevalezca el actuar correcto en cada uno de vuestros hermanos para que haya la firmeza espiritual y la lealtad ante aquella Majestad Divina. Por tal razón os clamo vuestra irradiación, vuestra ayuda para poder despojarme mediante el estudio y el conocimiento de las Leyes, y así desligarme un día, de toda atadura material, todo apego, toda ansia de representación y de poder, de toda envidia, todo resentimiento, toda prevención y egoísmo, así como de toda baja pasión; porque al igual que en aquel día de mi juramento espiritual donde prometí así ante mi Padre y ante ti Maestro Ismael, y que hoy refrendo una vez más mis palabras; “NO ANHELO NI DESEO NI QUIERO NADA PARA MI ESPÍRITU, QUE YO NO PUEDA COMPARTIR LIBREMENTE CON TODOS MIS HERMANOS” pero mientras me halle rodeado de oscuridad, no podré cumplir con mi compromiso.
Amado hermano de mi espíritu; más que facultades espirituales a conseguir dentro de la Obra, concédenos comprender, que antes de todo, está el compromiso primeramente consigo mismo en adquirir aquella virtud moral que esclarece, que ennoblece y que capacita adecuadamente a el estudiante espiritual-astral para ser ejemplo dentro y fuera de los recintos, para poder expandir y enseñar vuestra Obra con conocimiento de causa, al ser fuente inagotable de enseñanza, de conocimiento, de inteligencia, de sabiduría, de humildad y de moral, así como el soporte indispensable para el correcto desempeño de la misión de cada Soldado defensor de la Divina Causa, al haber consentido con su juramento, el servir en nombre de nuestro Padre Celestial como corresponde, y no como orgullosamente nos pueda parecer.
Grande es la oportunidad que se nos ha otorgado en esta cruzada como Soldados al servicio de aquella Majestad Divina; por ello os pido Maestro vuestra ayuda, vuestra asistencia, vuestra fortaleza para defender con ejemplo y no con palabras redundantes y vacías, vuestra Enseñanza. Concédenos la claridad, el discernimiento y el amor por la Obra, para poder entregarla tan nítida y limpia, como la hais entregado tú a la humanidad.
Perdonad el atrevimiento con el que me dirijo ante ti amado hermano, pero os digo que éste espíritu, éste vuestro hermano, doblemente prisionero en este plano terrenal y en mi materia, goza infinitamente con vuestra presencia, con la presencia de mi Divina Madre María de la Paz en mi pensamiento; así como con la presencia de los Maestros, las Guardias, y todas aquellas entidades de Luz, custodios de la Enseñanza que siempre nos acompañan; más hoy, cuando apenas sí empiezo a despertar del letargo en el cual estaba sumido por la ignorancia, por la rebeldía de mi materia; gracias a tan hermosos cantares como los son aquellos Pergaminos impregnados del Verbo Divino que nuestro Padre Celestial nos ha permitido escuchar a través de sus mensajeros, he podido libar las miles de este conocimiento, y que tristemente reconozco que muchas de las veces desdeñé en mi pasado sin escudriñar el esclarecimiento que contenían para la Obra, perdiendo así la oportunidad de esclarecimiento para mi mentalidad. Por ello os te pido mi amado hermano, clamad ante nuestro Padre Celestial para que nos permita apreciar, aunque sea por un breve instante, la majestuosidad de la vida espiritual, reconocer nítidamente los Mandatos Divinos para no confundir a Dios por otra cosa, y hallar la manera de incrementar la fortaleza espiritual para sustentarnos, para resistirnos a caer en tan delirantes y perturbadoras ensoñaciones que nos subyugan a cada instante, y así aprender transitar el camino recto.
Al servicio de mis hermanos me encuentro, a vuestro lado quiero servir, y a los pies de aquella Majestad Divina, es mi anhelo el llegar; por ello Maestro Ismael, os ruego, os pido respetuosa y humildemente, permitáis que este Manantial que es vuestra Obra, continué emanando las bondades que nuestro Padre Celestial brinda a todos sus hijos. Permitid amado Maestro, el que pueda un día trasegar sin secreto alguno que me intimide, ni que me ponga en vergüenza ante mi Padre Celestial ni ante vos ni ante mi Divina Madre ni ante mis hermanos; porque sólo bajo esa condición moral, podré sentirme digno de ser un Soldado espiritual al servicio del Padre Supremo.
Vuestro hermano, vuestro amigo y servidor,
Héctor Fabio Cardona...
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