lunes, julio 28, 2025

PUBLICAR LAS LEYES DE DIOS POR TODOS LOS MEDIOS QUE EN EL TERRESTRE EXISTEN



Desde los tiempos antiguos, la humanidad ha tenido la detestable costumbre de encerrar la Verdad, opacar la Luz, y reglamentar el conocimiento espiritual como si fuera propiedad privada de unos pocos elegidos. 

Hoy, lamentablemente, esa práctica persiste aún en aquellos lugares donde la Palabra de Dios debería brillar libre y sin sombra alguna. 

El Maestro Ismael Garzón Triana, con la claridad que propia de un Espíritu Esclarecido, dejó escrita una instrucción que no admite doble interpretación, en su magna Obra LOS ESTUDIOS ASTRALES ESPIRITUALES ANTE DIOS… «Dar a conocer las Leyes de Dios por todos los medios que en el terrestre existen» 

¿ACASO NO HAY CLARIDAD EN SUS PALABRAS

La Obra del Padre Supremo no fue enviada al terrestre para ser reservada a una jerarquía, ni limitada a un recinto, ni condicionada a una estructura legal o administrativa. Fue dirigida a todo aquel que ame a Dios, y esté dispuesto a servirle sin esperar recompensa alguna, sin temor a la censura de quienes, olvidando su deber, se erigen en jueces de lo que debe y no debe compartirse. 

¿Cómo es posible que quienes se proclaman custodios de la Enseñanza, sean al mismo tiempo los primeros en ocultarla? ¿Con qué derecho limitan su lectura pública? ¿Quién les otorgó la potestad de impedir que se enseñe lo que fue dado para la libertad de conciencia y evolución espiritual de todos los hombres? 

Esta frase tan clara como el sol, ha sido lamentablemente interpretada con rigidez por algunos que, desde su posición dentro del ostracismo institucional de una asociación, pretenden restringir su alcance. Dicen: “Todo amador de Dios no es cualquiera; es sólo quien sirve dentro de la Obra...” 

…Y al hacerlo, deforman el sentido profundo y universal de la Enseñanza porque, ¿Acaso no es «amador de Dios» quien, sin grandes conocimientos, vive en silencio los valores de amor, compasión, verdad y servicio? ¿Acaso no es amador de Dios quien ayuda al necesitado sin esperar retribución, quien perdona de corazón, quien clama y agradece aún en medio del dolor? ¿O, será que el amor a Dios requiere primero un carné, una firma o inscripción a una asociación…? 

No hermanos de mi espíritu; «Amar a Dios, es amar nuestros hermanos» El amor a Dios no se encierra en una construcción humana, no se mide por asistencia a reuniones ni votaciones espurias, ni por cercanía o simpatía con una junta directiva. Se vive, se respira, se siente, se actúa en lo cotidiano, en lo íntimo, en lo invisible a los ojos de los hombres, y transparente ante el Padre Supremo. 

¿Cómo puede aprender la humanidad si no se le brinda la oportunidad de hacerlo? ¿Y cómo podrá alguien conocer la Obra si se le niega el acceso? Si se le dice: “Tú no puedes leerla porque no perteneces al grupo” Pregunto: ¿En qué parte enseñó el Maestro Ismael, que su Enseñanza es exclusiva para saciar la sed de conocimiento, sólo de quienes portan una membresía de la asociación? 

No hermanos, el conocimiento y el amor, es lo único que, entre más se da, más crece y se multiplica; el conocimiento de la Ley es lo que lleva al alma a despertar, a encaminarse, a asumir con libertad el servicio. Cerrar ese acceso, limitarlo, condicionar la Enseñanza a imposiciones humanas con normas, normas, más normas y reglamentos que las mismas directivas no cumplen, es actuar con doble moral, y esconder la lámpara debajo del celemín, como dijo el Maestro Jesús del Galilea; y como también dijo: ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!, porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 

¿Cómo creer entonces que, si la Obra es un bien para la humanidad, el mundo entero deba contar con la aprobación de una asociación para conocerla? ¿Dónde está su capacidad para dirigir al mundo entero como pretenden, cuando no ha podido orientar adecuadamente a un centenar de asociados en el país que vio nacer la Obra? 

La Enseñanza fue entregada para todo el plano terrenal, no para un recinto cerrado. Fue dada para que se difunda por todos los medios que en el terrestre existen, no para que dependa del visto bueno de un puñado de representantes, cuando ellos mismos no cumplen la tarea encomendada. 

Entonces, ¿Quién tiene derecho a impedir que un amador de Dios conozca su Obra en la Tierra para despertar su conciencia

Este cuestionamiento no es burla ni desprecio; es un llamado a la humildad, porque pretender controlar el acceso a la Verdad, y pretender acatamiento y obediencia del mundo entero a una asociación, además de ignorancia, es un acto de arrogancia e ignorancia. 

El que no ha logrado aún la armonía en sí mismo ni en su propio grupo, ¿Cómo puede dictar reglas a toda la humanidad? ¿Cómo puede ser que, quien no escucha al hermano cercano, pueda oír al hermano que reside en otro país? 

El Maestro enseñó a dar, no a retener, a guiar, no a dominar; y el verdadero amador de Dios no necesita títulos ni autorizaciones; sólo necesita amar, respetar y agradecer. Amar es compartir con aquel que no tiene, con aquel que no sabe. Esa es la esencia de la Obra, esa es la Enseñanza que no puede ser amarrada ni condicionada a un grupo de personas, a una asociación ni a una élite espiritual. 

ENSEÑANZA DEL MAESTRO ISMAEL

«Cuántos hay que poseen las grandes cantidades de riquezas y olvidan que, si esto tienen, es porque de ello mismo pudiera imprimir esas Leyes y darlas a todo aquel amador de Dios; también publicarlas por todos los medios que en el terrestre existen» 

La Obra no pide permiso para hablar; ella se ofrece como un manantial de agua fresca para saciar la sed de conocimiento de los espíritus; y quien la encierra, la empantana. 

La voz del Maestro acusa sin ambigüedad a quienes, en lugar de multiplicar la luz, la ocultan deliberadamente. 

«¿Cuántos son los siervos de Dios que se ocultan entre el dinero, y sólo se acogen en el orgullo de poderes para humillar a otros?» 

El Maestro, con palabra certera, denuncia aquí una de las formas más dolorosas de traicionar la misión espiritual: Convertir el servicio en plataforma de orgullo, de despotismo; así como el conocimiento en pedestal, y el Mensaje de Dios en medio de control. 

No basta con proclamarse siervo de Dios ni ser elegido por un directorado que no comprende aún quién es, como tampoco comprende la estadía de su espíritu en la Tierra, porque si comprendieran algo de ello, no apoyarían con su voto, la tergiversación, manipulación y ocultamiento de la Enseñanza. 

Por lo tanto, lo importante no es creer que servimos, sino cómo lo hacemos, con qué intención, y a quién se está sirviendo realmente… 

Muchos aparentan entrega, pero en el fondo se ocultan, se cubren con discursos solemnes, con páginas ocultas que sólo ellos tienen y pueden leer, amparados en los estatutos de la asociación, que ellos mismos crearon a su antojo, y decretaron después: PÚBLÍQUESE Y CÚMPLASE, convirtiendo aquellas paredes en murallas y prisión del conocimiento, ocultándose entre el dinero y el orgullo de poderes; no siempre de forma directa, como quien vende abiertamente las Leyes Espirituales, sino con formas más sutiles, disimuladas, cobrando por hablar, por instruir, por adoctrinar; CONDICIONANDO LA EXPLICACIÓN DE LA OBRA al pago de honorarios por sus “servicios espirituales prestados” 

Y junto al dinero, aparece la ostentación, el orgullo de poderes; ese engreimiento del ego que impulsa a las personas a creerse elegidos, mejores y superiores a sus hermanos, sólo por ostentar un cargo, con el que exigen ser obedecidos porque “tiene la representación y el conocimiento” pero no el ejemplo, porque no son guías sino subyugadores, no edifican, sino que destruyen la Obra al humillar al ignorante. 

Este tipo de siervos no son siervos, sino actores. No sirven a Dios, sino a su propia causa e imagen. Y para conservar su posición, no dudan en desacreditar a otros, en minimizar lo que no controlan, y en mirar por encima del hombro a sus hermanos, que simplemente anhelan saciar su sed, y compartir esa Verdad sin títulos ni permisos. 

Pero a Dios no engañan con sus apariencias; Él mira el corazón de los que sirven en silencio, de los que no confunden, de los que no cobran ni viven de la Enseñanza, de los que no buscan honores sino conquistar espíritus para multiplicar y extender la Obra. Y son a esos, a los pequeños, a los desapercibidos, a los rechazados por los “poderosos”, a quienes Dios suele usar para entregar su Mensaje. 

Por eso el Maestro Ismael advierte; no para juzgar, sino para que cada quien se mire a sí mismo y se pregunte con sinceridad. ¿Estoy sirviendo por amor, o por reconocimiento? ¿Estoy compartiendo, o acumulando? ¿Estoy siendo canal de humildad, o instrumento de despotismo y de dominio? 

Porque aquel que se oculta tras el dinero y el poder, puede ser siervo ante los ojos de los hombres, pero ha dejado de serlo ante los ojos de Dios. 

Entonces, «¿Qué ha de ser de la vida de estos espíritus, que como siervos les han dado todo para divulgar las Leyes de Dios y han hecho lo contrario? Han comerciado con las Leyes de Dios, el Padre Supremo. Por la misma razón confunden esas Leyes y las tapan para que nadie las comprenda» 

Este llamado no es una simple reflexión; es una sentencia dirigida a aquellos espíritus que fueron escogidos para una misión espiritual, pero terminaron traicionando el legado. 

No se habla aquí de los que ignoran, sino de los que sabían, de los que recibieron, de los que fueron encomendados para enseñar y divulgar la Obra; sin embargo, hicieron negocio con ella. 

«¿Qué ha de ser de la vida de estos espíritus, que como siervos les han dado todo para divulgar las Leyes de Dios, y han hecho lo contrario?» 

En lugar de multiplicar la Enseñanza, la restringieron, en lugar de compartir, administraron, en lugar de servir, cobraron. Y lo más grave; confundieron las Leyes, las distorsionaron, las envolvieron en burocracia y poder, de modo que ya no fueran comprendidas por las almas sencillas, aquellas a quien Dios quiere llegar primero. 

Por ello os digo hermanos de mi espíritu: Ningún espíritu que haya recibido el don de conocer las Leyes de Dios, puede impunemente burlarlas. Mucho menos aquel a quien se le encomendó la misión de divulgarlas. Porque no se trata sólo de lo que dejaron de hacer por propia alma, sino del daño profundo que causaron al retener el conocimiento que a tantos podía haber despertado. Taparon la Obra con pretextos, la encerraron entre actas, la envolvieron en cadenas de dominio humano, y se atrevieron a llamarse sus custodios, cuando en realidad fueron sus carceleros. 

¿Acaso no sabían que por cada alma a la que impidieron llegar, cada conciencia a la que confundieron, cada buscador al que hicieron desistir, será testigo de su deuda ante la Ley? Ningún poder, ni el verbal ni el legal, podrá interceder cuando la Balanza de la Justicia Divina se incline, no por castigo, sino por consecuencia justa; porque quien obstaculiza la evolución de otros, se atrasa a sí mismo en proporción exacta al daño cometido. Así, si fueron mil a los que dejaron sin conocimiento, su carga abarcará mil sombras; si fueron diez mil, diez mil serán las puertas que deberán ir abriendo, una a una con lágrimas, esfuerzo y verdadero arrepentimiento. 

No se les desea mal, porque la Justicia Divina no necesita el deseo humano para cumplirse; pero sí se dice la Verdad; «Nadie juega con las Leyes de Dios sin cosechar el fruto exacto de lo que sembró» 

La Misericordia es infinita, pero no sustituye la Ley; y si en esta vida no despiertan, será en la próxima, bajo la misma estructura que ellos mismos edificaron, que recibirán de otros la misma negación, la misma indiferencia, el mismo peso, la misma persecución que hoy ejercen sobre sus hermanos, porque Dios no castiga; enseña. Pero sus lecciones, cuando no se atienden con humildad, llegan envueltas en las circunstancias necesarias para que, al fin, el alma aprenda. 

«Han comerciado con las Leyes de Dios…» 

Este no es una consecuencia menor; no se trata sólo de cobrar dinero, sino de convertir en mercancía la Palabra, el Mensaje de Dios entregado por intermedio del Maestro Ismael a la humanidad. 

Algunos lo hacen al poner precio a las labores espirituales de la Enseñanza, otros, al condicionar su acceso a una membresía o estructura; y otros más, al vender autoridad espiritual como si fuera un rango conseguido con diplomas humanos; pero el Maestro va aún más allá; Él revela el efecto de esta corrupción: Confusión y oscuridad para el espíritu. 

«Por la misma razón confunden esas Leyes…» 

Cuando se comercia con la Palabra de Dios, la Verdad se desdibuja, el lenguaje se vuelve oscuro y mezquino, el mensaje pierde frescura, la Enseñanza que debería ser clara como el agua viva, se vuelve confusa, cargada de palabras sin alma, sin esencia. Y así se tapa; no con un manto visible, sino con el polvo del orgullo, la soberbia, la vanidad, la mentira, el amedrantamiento y el deseo de controlar y superar. 

«…Y las tapan para que nadie las comprenda» 

No por error, sino por elección; porque cuando se pierde la intención, la esencia, se teme que otros comprendan; se teme que los sencillos descubran que la Verdad no pertenece a ninguna estructura, sino que vibra en el corazón de quien se inclina ante Dios por sus hermanos. 

Y así volvemos a la pregunta del Maestro: 

«¿Qué ha de ser de la vida de estos espíritus?» 

No lo dice con odio, sino con dolor, porque esos espíritus fueron llamados a grandes tareas. Se les confió las Leyes del Padre Supremo para conducir a los espíritus por la senda de la Luz y Verdad, y han hecho lo contrario, los han extraviado…  

Aún están a tiempo, pero si no rectifican, si no vuelven al camino del servicio verdadero, tendrán que responder, no sólo por lo que callaron, sino por los que perdieron la oportunidad de comprender; porque quien tapa la Verdad, se interpone en la evolución de los espíritus; y no hay causa más grave que ésta, ante los ojos de Dios. 

«Es muy visible que las Leyes Espirituales las esconden en los grandes álbumes; y como he dicho, las tapan. Entonces ¿Quiénes son esos espíritus? Y luego, si sale algo a la luz por medio de otro, entonces dicen: ya eso lo sabíamos, porque hace miles de años que esto existe. Y entonces, ¿Por qué tienen al pueblo en la oscuridad? ¿Por qué?» 

«Es muy visible que las leyes espirituales las esconden en los grandes álbumes y, como he dicho, las tapan» 

Estas palabras del autor de la Obra, están dirigidas a la conciencia de quienes, habiendo recibido el conocimiento, lo han encerrado entre tapas duras, actas, sellos, candados, burocracia y permisos. El Maestro Ismael, con sabiduría y firmeza, no señala el lugar donde está el libro, sino el estado del alma de aquellos que lo interpretan, que pudiendo compartir las Leyes de Dios, decidieron ocultarlas. 

Las Leyes espirituales no se escribieron para adornar bibliotecas ni para engrosar archivos de consulta restringida. Fueron dadas para vivirse y divulgarse, porque su función es transformar. No pueden cumplir su propósito mientras estén guardadas, mientras se limiten al uso privado de unos pocos “elegidos”, mientras se pronuncien sólo dentro de reuniones formales dirigidas por quienes tienen el poder humano, no necesariamente el discernimiento ni la guía espiritual. 

«Entonces, ¿Quiénes son esos espíritus?» 

Son aquellos que temen perder la hegemonía, el control sobre la Enseñanza; son aquellos que, en lugar de divulgar su contenido, lo retienen, son aquellos que creen servir a Dios, pero en realidad sirven a una estructura, son los que, con buena o mala intención, se volvieron centinelas del techo que los cubre, del sustento material que les provee la razón social, el nombre del libro, pero no su esencia, que bien puede sustentar el alimento espiritual, tanto a ellos, como a la humanidad entera.

No hablamos aquí con ánimo de herir, sino de despertar, porque muchos de estos espíritus fueron llamados al servicio, pero en un punto de su existencia torcieron su camino, cambiaron la entrega por el orgullo, la misión por el título, la siembra por la administración de poder. 

Esconder las Leyes espirituales en «grandes álbumes» es símbolo del formalismo estéril, de letra muerta, del conocimiento sin acción. Se olvidan de que no basta con tener el libro o la Enseñanza, si no se comparte este pan, este alimento espiritual. 

¿Quiénes son entonces esos espíritus

Son los que aún están a tiempo de volverse al Padre, de abrir los álbumes, de dejar que la Palabra, el Mensaje de Dios se expanda libremente, y de permitir que la humanidad al fin despierte; y si no lo hacen, Dios se valdrá de otros, porque su Verdad no depende de hombres, asociaciones ni permisos humanos. Y quien tape la Ley para conservar su poder, tarde o temprano deberá responder… ¿Por qué la escondisteis? ¿A quién servisteis? ¿A qué le temíais

«…Y luego si sale algo a la luz por medio de otro, entonces dicen: ya eso lo sabíamos porque hacia miles de años que esto existe, Y entonces, ¿Por qué tienen al pueblo en la oscuridad? ¿Por qué?» 

El Maestro Ismael no está sólo revelando una actitud hipócrita, sino denunciando una falta grave; el de negar a la humanidad el acceso a la Verdad, por orgullo, por maldad o por indiferencia. 

Esta reacción soberbia que pretende desacreditar y callar la voz de quienes sí hablan, de quienes comparten la Enseñanza, nace del ego. No soportan que alguien sin “credencial” sin “rango” ni “permiso” lleve a cabo la voluntad del autor. Prefieren fingir superioridad intelectual antes que reconocer que han fallado en su misión de enseñar; porque quieren conservar el crédito del conocimiento sin asumir la responsabilidad de haberlo ocultado. 

El conocimiento no puede ser privilegio de nadie. Y si Dios habla a través de distintos mensajeros, ¿Acaso no es para que la humanidad despierte? ¿No es para que se cumpla aquello que el Maestro Ismael dejó escrito en su Obra; «Dar a conocer las Leyes de Dios por todos los medios que en el terrestre existen?» 

El autor desenmascara con esta frase, no sólo la falsedad de quienes ocultan y luego simulan saber, sino también la gravedad de ese ocultamiento: ¿Por qué tienen al pueblo en la oscuridad, por qué? 

Porque callar una verdad que puede salvar, liberar o consolar, es igual a condenar. Y quien calla por orgullo, por conveniencia o por celos espirituales, se hace cómplice de la ignorancia al traicionar los Mandatos Divinos. 

Por eso, que no nos asombre si los que hoy levantan la Voz no son los “autorizados”, ni los directores, ni los que aparecen en las actas; sino aquellos “clandestinos” como nos llaman despectivamente a quienes no portamos las credenciales de la asociación, pero que amamos la Verdad por encima del juicio y la orden del humano; comprendemos que, el conocimiento espiritual no se hereda por cargo, ni por elección humana, sino por estudio, por merecimiento y servicio desinteresado. Y si algún día, cuando compartas la Enseñanza, alguien dice de ti: “eso que tú enseñas, ya lo sabíamos”, puedes responder con calma y verdad: 

“Si lo sabíais, ¿Por qué lo ocultasteis? ¿Y si lo sabían, por qué no lo dijeron antes? ¿Y si conocían la Verdad, por qué no la compartieron con humildad y amor? ¿Y si sabían de este pan espiritual, por qué no alimentaron a vuestros hermanos

Estas preguntas no buscan crear división, sino despertar conciencia. 

De mí, dicen a mis hermanos: “Él no es nada ni nadie en la Obra, es ajeno a la Enseñanza porque no pertenece a nuestra asociación.” 

Pero olvidan que servir a Dios no depende de una firma, ni de un cargo, ni de un aplauso humano. Quien comparte la Verdad con lealtad, sin desvirtuarla, sin añadir ni quitar, puede ser más siervo de Dios que muchos que se sientan en tronos vacíos de amor. 

Sabed hermanos míos que: «Quienes obstruyan el paso de la Verdad, quedarán aferrados a su propia oscuridad, porque las Leyes de Dios no se negocian, se viven y se revelan. La Verdad no es prisionera del mundo ni del hombre; es llama del Espíritu; y quien se atreve a encenderla, ilumina senderos más allá de su propia vida…» 

Vuestro amigo, hermano y servidor,
-Héctor Fabio Cardona-

jueves, julio 10, 2025

¿EN QUÉ FORMA ES EL ESPIRITISMO ASTRAL, O NO ASTRAL?



¿EN QUÉ FORMA ES EL ESPIRITISMO ASTRAL, O NO ASTRAL?

Como siempre os digo; sabed que este comprendimiento mío de la Obra del Maestro Ismael Garzón Triana, no lo impongo como único, absoluto o definitivo; sino que lo expongo como una de las muchas explicaciones que puede emanar del entendimiento de una mente que estudia palabra por palabra cada enseñanza, fundamentándose en las Leyes Espirituales, no en el capricho o forma personal de pensar. Por lo tanto, aquello que consideréis provechoso y conforme a la verdad, guardadlo; y aquello que vuestro entendimiento, conocimiento, fe y razón, repruebe, desechadlo hermanos de mi espíritu. 

Hay formas del espiritismo que se desarrollan bajo la conducción astral; es decir, regidas por el orden Superior de las Leyes y jerarquías espirituales, y otras que no; que pueden tomar el nombre de espiritismo, pero carecen de ese alineamiento con lo Superior Divino. En pocas palabras; no todo lo que dice ser espiritismo verdadero lo es. 

Así se abre el Maestro Ismael al discernimiento, no para juzgar, sino para enseñar que el origen y la dirección de una práctica espiritual define su pureza o su desviación. 

DIFERENCIA ENTRE EL ASTRAL DE LUZ Y EL BAJO ASTRAL.

El Astral de Luz es la región vibratoria donde habitan los espíritus esclarecidos, cuya moral, sabiduría y obediencia a Dios, los hace portadores de su luz. Sus palabras son claras, sus enseñanzas de gran elevación moral, sus actos coherentes con la Ley del Amor y la Justicia. Acuden por designación del Padre Supremo, no por demanda humana. Irradian verdad, y jamás fomentan DEPENDENCIA NI CULTO AL MÉDIUM, NI CONFUSION DOCTRINAL. 

En cambio, el Bajo Astral, es el espacio vibratorio que rodea la Tierra, lleno de entidades aún apegadas a la materia, al ego, a los vicios, a las bajas pasiones, al poder y a la maldad. Muchas veces se infiltran en reuniones donde no hay suficiente preparación moral ni protección espiritual. Son imitadores, embaucadores y manipuladores. Se hacen pasar por guías, repiten frases y mensajes aprendidos. 

Por eso, en esta hermosa Enseñanza se nos dice que la curación verdadera es el resultado de un proceso; reconocimiento de la falta, reconciliación con el espíritu afectado, arrepentimiento sincero y deseo de servicio. Ese es el lenguaje espiritual. Sólo entonces, los Espíritus Superiores pueden intervenir, no como premio, sino como consecuencia natural del cumplimiento de la Ley. 

«LA VERDAD DEL ESPIRITISMO CONSISTE EN RECIBIR DE LO INFINITO LAS COMUNICACIONES UNIVERSALES»

Aquí se establece que el espiritismo no es una práctica humana ni un fenómeno que surge de la mente, ni de un deseo individual de comunicarse con el más allá.

El espiritismo en su verdad, es Revelación descendente, Voluntad de Dios manifestada a través del orden espiritual, y Enseñanza universal, no terrenal ni caprichosa. Este párrafo establece una definición precisa, rigurosa y espiritual del verdadero Espiritismo, diferenciándolo de lo que el Maestro más adelante llamara, «NO ASTRAL» 

En el mensaje del Cacique Belardón, leemos: «Si es verdad que soy merecedor de tu confianza que depositas en mí…» 

Esto confirma que el verdadero espiritismo no es un derecho, sino una concesión espiritual a quienes se han preparado moral y espiritualmente para ser instrumentos de esa comunicación infinita. 

«O SEA, LA PALABRA DE DIOS POR MEDIO DE LOS ARCÁNGELES O ÁNGELES QUE SON LOS GUÍAS»

Aquí se detalla el conducto jerárquico por el cual llega la comunicación espiritual. No es el médium quien decide quién habla a través suyo. No es un espíritu cualquiera quien dicta un mensaje. Es Dios quien envía Su palabra a través de arcángeles o ángeles guías, Espíritus Superiores cuya misión es velar por la humanidad y cumplir Su Ley. Esto excluye cualquier manifestación que venga de espíritus errantes impostores o entidades pasionales. 

«Aquellos que tienen la virtud como mensajeros de mi Padre...» Es decir, sólo los espíritus con virtud y esclarecimiento pueden actuar como auténticos portadores del Mensaje de Dios Todopoderoso Infinitamente Justo. 

«TAMBIÉN POR LOS MAESTROS, SUPREMOS MENSAJEROS DE LOS PLANOS…»

Aquí el Maestro amplía el concepto; no sólo los guías angélicos comunican la palabra de Dios, también lo hacen los Maestros. ¿Quiénes son estos Maestros?

Según la Obra del Maestro Ismael; son espíritus elevados, evolucionados, perfeccionados en conocimiento y moral, que se han especializado en causas espirituales, sociales, médicas, filosóficas en los distintos planos de luz, quienes actúan bajo mandato y permiso de Dios. 

El texto de esta oración lo deja ver con claridad. «Cada uno de aquellos que gobierna cada causa, ejemplo: en la virtud de Allan Kardec en el espiritismo; Jorge en las prisiones; Mahatma Gandhi en el Cuerpo Médico» 

Aquí se define la función específica de cada Maestro con su especialización y autoridad dentro de los planos espirituales. No hay improvisación. 

Por eso, cuando el médium no está preparado correctamente, no irradia el Mensajero enviado; entonces muchos médiumnes imposta las comunicaciones, siendo ésta, una de las muchas causas por las que no se da la sanación. 

Este párrafo lo sugiere con fuerza: Para recibir correctamente la palabra de Dios, el médium debe estar muy bien preparado moralmente, ser humilde, no desear protagonismo, no tergiversar la Enseñanza, y estar dispuesto a servir sin condiciones, aún a su propio enemigo. 

Como dijo el Cacique Belardón: «Cumpliendo con labores ordenadas como tus servidores» Así mismo, estudiar la Obra palabra por palabra, y prestar el servicio sin ansia de representación. 

Esto es clave; la diferencia entre espiritismo astral y no astral, no es que uno sirva y otro no; es que uno sirve dentro de la Ley, y el otro fuera de ella. 

¿QUÉ ES EL ESPIRITISMO ASTRAL ENTONCES?

El espiritismo astral es la recepción consciente, ordenada, jerárquica y moral de la palabra de Dios, a través de conductos designados por Él con fines universales, no personales. Todo lo que contradiga este orden, lo que surja de un médium contaminado, lo que venga de espíritus errantes confusos, lo que sea dictado con intereses humanos, no es espiritismo astral de luz, aunque se disfrace de mensaje espiritual. 

«Y ASÍ, TODAS LAS ENTIDADES DE LUZ ACTUARÁN COMO MENSAJEROS DEL SUPREMO; POR LO CUAL ES LA SUPREMACÍA DE DIOS POR INTERMEDIO DE SUS MENSAJEROS» 

Este párrafo es una reafirmación trascendental del principio de jerarquía espiritual y del Orden Divino, tal como lo expone la Obra de LOS ESTUDIOS ASTRALES ESPIRITUALES ANTE DIOS. 

«TODAS LAS ENTIDADES DE LUZ» 

Aquí el Maestro no hace distinción alguna entre escuelas espirituales, religiones ni nombres humanos. Se refiere a toda entidad espiritual elevada, sin importar su procedencia cultural o su tarea específica: sean ángeles, arcángeles, caciques indígenas, sabios orientales, científicos desencarnados, apóstoles, o los llamados Maestros del Karma. Si su vibración es de luz, su acción está regida por la Voluntad Divina. 

Esto se enlaza directamente con texto de la plegaria que dice: «Todos los Maestros que tienen sus facultades, a ellos pedimos por los enfermos…» 

Lo que confirma que la labor de los Maestros es funcional, específica y jerárquica, pero siempre en obediencia al Supremo. 

«ACTUARÁN COMO MENSAJEROS DEL SUPREMO» 

Esto nos lleva al entendimiento de la función espiritual como representación de una Inteligencia Superior, que jamás actúa por cuenta propia. Aquí se hace referencia al principio de intermediación espiritual, profundamente respetado en el espiritismo astral. Los Maestros no son adorados ni sustituyen a Dios; actúan como canales, intérpretes y operadores de Su Voluntad. Se dice: EL MÉDIUM ES UN INSTRUMENTO, Y EL MAESTRO ES UN OPERADOR; pero incluso el Maestro es un instrumento de Dios; de esta forma se evita caer en la idolatría, la vanagloria del médium o la adoración hacia los guías. 

«POR LO CUAL ES LA SUPREMACÍA DE DIOS POR INTERMEDIO DE SUS MENSAJEROS» 

El Maestro no niega la acción de los Mensajeros, pero subraya que toda operación espiritual no es sino una manifestación de la Supremacía de Dios. Es Dios quien actúa a través de su jerarquía de servidores espirituales. Este principio evita el error del espiritista de la faz, que cree que el poder emana del médium, o que puede operar con la luz como si fuera de su propiedad. 

Sin embargo, Dios no concede sólo a los puros, sino a quienes se arrepienten, y no causan daño ni confunden las enseñanzas para desviar el camino de sus hermanos. Lo importante es que el médium y el director de labor, reconozcan su pequeñez y dependencia de Dios, y no usurpen el papel que le corresponde a los Maestros. 

LA ORACIÓN HACIA TI ¡OH! PADRE MIO, dice: «Si es verdad que soy merecedor de tu confianza que depositas en mí…» 

Ahí vemos cómo los Maestros se expresan con humildad, sabiendo que no son fuente, sino vehículo. El Maestro Cipriano, el Cacique Montebello, Belardón, y la Corte Hindú, por ejemplo, no actúa por voluntad propia, sino por orden del Supremo; y de igual forma los médicos espirituales, aunque sean brillantes, no operan sin autorización del Tribunal Espiritual. 

Este párrafo nos recuerda que el espiritismo astral no es un poder que se toma, sino una función que se cumple dentro de un escalafón espiritual. 

Cada entidad de luz cumple su papel sin suplantar a Dios, y quien lo comprende, se prepara para servir con humildad, obediencia y alineación. No hay lugar para la arrogancia, la invocación fuera de Ley Espiritual, ni para ejercer una voluntad propia sobre los casos espirituales. El estudiante, el médium y el director, deben reconocer siempre que Dios gobierna todo desde lo alto, y que sólo actúa donde hay justicia, pureza de intención y verdad. 

«EL VERDADERO ESPIRITISMO SE RELACIONA SÓLO CON LOS ESPÍRITUS BLANCOS O NEGROS, Y SE HACEN OPERACIONES POR MEDIO DE LAS FUERZAS SUPREMAS» 

La palabra verdadero, ya marca una diferencia. El Maestro distingue aquí entre el espiritismo astral, el que obedece a las Leyes del Padre Supremo, y los sistemas de práctica espiritista que, aunque se autodenominan espiritistas, no obedecen ni a la Ley ni a la voluntad de Dios. El verdadero espiritismo no nace de improvisación ni de emocionalismo, ni de anhelos personales; nace de Dios, y se organiza por grados, según la vibración del plano espiritual. 

Cabe destacar con más fuerza, que el verdadero espiritismo no se puede mezclar con prácticas humanas de superstición, y que la diferencia entre una Clínica Astral y una no astral, radica en la intervención directa de entidades autorizadas por el Tribunal Espiritual, no por simple voluntad o capricho humano. Por ello podéis ver que antes de una operación espiritual, el guía o médico espiritual, dentro del diagnóstico previo que realiza, orienta en primer lugar el reconcilio con tales o cuales entidades; y hasta que no se dé tal reconcilio y el perdón, el paciente no es operado. 

«EL VERDADERO ESPIRITISMO SE RELACIONA SÓLO CON LOS ESPÍRITUS BLANCOS O NEGROS» 

El Maestro Ismael nos está entregando una verdad profunda. El espiritismo en su esencia, es la relación del ser encarnado con los espíritus desencarnados, sean estos espíritus blancos, elevados, obedientes a las Leyes Supremas; o espíritus negros, bajos, oscuros, aún ligados al error, y muchas veces usados por hechiceros o espiritistas de la faz. 

Eso significa que, incluso las prácticas oscuras como los hechizos, maleficios, manipulaciones astrales, también son espiritismo, pero no espiritismo de la Luz, sino una forma degenerada, desviada, un espiritismo bajo, donde se usan espíritus oscurecidos para fines contrarios al Bien y al Amor Universal. Y es allí donde radica la diferencia; toda acción donde intervienen espíritus desencarnados es espiritismo, pero no todo espiritismo está alineado con las Leyes Divinas. Por tanto; cuando el Maestro dice que el verdadero espiritismo se relaciona sólo con espíritus blancos o negros, está reconociendo ambas manifestaciones, pero no aprobando ambas. Y cuando nos enseña a no actuar como los hechiceros, nos está indicando que, aunque ellos también practiquen el espiritismo, es un espiritismo desviado que ha perdido su esencia al poner las fuerzas invisibles al servicio del egoísmo, del poder terrestre y del mal que yace en el humano. 

Entonces, el espiritismo blanco o verdadero, es aquel en el que sólo intervienen espíritus evolucionados bajo autorización del Padre Supremo. Mientras que el espiritismo negro es aquel donde intervienen espíritus inferiores a través de hechicerías y órdenes humanas a voluntad. Ambos son espiritismo, pero uno es obediencia a Dios, y el otro en rebeldía. 

Ahora bien, es necesario profundizar en un aspecto fundamental que da mayor claridad. El vínculo entre la obediencia a la Ley Divina y la intervención de los espíritus blancos. 

En los Planos Superiores, nada se mueve por capricho o por súplica emocional, sino por justicia, por mérito y por el cumplimiento de las condiciones espirituales establecidas por Dios. Los espíritus blancos, servidores de Dios, sólo intervienen cuando el espíritu encarnado ha reconocido con sinceridad la causa de su mal, ha comenzado un proceso de arrepentimiento y reconciliación, y ha demostrado voluntad firme de no reincidir en el daño causado. 

No es el dolor lo que abre la puerta, sino el arrepentimiento. No es la desesperación, sino la humildad. No es el rito, sino la conciencia. Entonces, y sólo entonces, los guías espirituales pueden obrar de acuerdo con el mandato del Tribunal Espiritual, porque el espíritu ha activado con sus actos, la Ley del Perdón, recibiendo así la misericordia de Dios. 

Este principio permite también diferenciar con claridad entre el Astral de Luz y el Bajo Astral. 

El Astral de Luz es la región vibratoria donde moran los espíritus esclarecidos: Ángeles, Arcángeles, Maestros y Guías. Ellos no buscan adoración ni fama, ni dependencia del médium. Son sobrios, amorosos, rectos, y todo lo que dicen está alineado con la Ley de Dios. Cuando actúan, lo hacen como instrumentos del Padre Supremo, nunca como voluntades autónomas. 

En cambio, el Bajo Astral está compuesto por espíritus aún dominados por el ego, el deseo de poder, la mentira o la confusión. Algunos se hacen pasar por guías o entidades elevadas, imitando voces o usando palabras aprendidas, pero su presencia genera desorden, culto al médium, desconfianza entre hermanos, o incluso, curaciones pasajeras que no son sostenidas por el orden Divino, sino por fuerzas de la oscuridad. 

Por ello, cuando se menciona que el verdadero espiritismo opera por intermedio de las Fuerzas Supremas, se habla de un servicio que sólo puede tener lugar en sintonía con las Leyes Eternas. Si una Clínica Espiritual, de los Estudios Astrales Espirituales Ante Dios, interviene, lo hace porque el caso fue examinado por el Tribunal Espiritual, y autorizado por los guías mayores. Es decir; no porque el hombre lo pidió, ni porque el director lo decidió, sino porque Dios lo concedió. 

«SE RELACIONA SÓLO CON LOS ESPÍRITUS BLANCOS O NEGROS» 

Este fragmento puede sonar tajante, pero hay que entenderlo desde el enfoque de la Ley Espiritual. En el lenguaje de la Obra, un espíritu blanco es aquel que obedece a la Ley de Dios, y vive en luz; y un espíritu negro es aquel que, aunque haya caído, conserva dignidad espiritual y puede ser convocado para reconciliarse, perdonar o pedir perdón; inclusive para entregar también enseñanza. 

Por tanto, el espiritismo verdadero no se relaciona con entidades errantes, burlonas o vagas; no da lugar a invocaciones ambiguas ni a espectáculos mediáticos grotescos. 

Los espíritus blancos y negros están reconocidos por los tribunales espirituales. Son espíritus que tienen causas que pueden ser tratadas dentro del orden: unos vienen a instruir, a guiar, otros a reconciliarse. Pero ambos tienen función dentro del marco de la Ley Espiritual. 

«…Y SE HACEN OPERACIONES POR MEDIO DE LAS FUERZAS SUPREMAS» 

Aquí se nos revela un principio puro; la energía que cura, reconcilia o limpia, no proviene del médium ni de la entidad, sino de la Fuente Suprema. Las entidades blancas y los médicos espirituales son conductores de las Fuerzas Supremas; esas vibraciones puras que vienen del plano más elevado. Por eso puede decirse que las curaciones no se dan hasta tanto no llega la orden. El mismo Jesús del Galilea decía: NADA PUEDO HACER SIN LA VOLUNTAD DE MI PADRE. 

Por eso enseña el Maestro Ismael es su hermosa Obra: 

«Las Fuerzas Supremas de mi Padre convertidas en luz sean para retirar lo que no pertenece a quienes piden la protección de mi Padre, la curación de la materia, y también del espíritu, porque arrepentidos de haber sido acreedores de las penas del espíritu y los dolores de la materia; entonces Padre mío, perdónanos y permitid la curación que este humilde siervo pide para mis hermanos que sufren las materias y los espíritus» 

SE CLAMA A DIOS, NO SE ORDENA, NO SE IMPONE NI SE SUPLANTA. 

Y ahí está la diferencia con los espiritistas de la faz, que creen que, porque tienen un “espíritu a su servicio” pueden hacer lo que deseen sin consulta ni permiso. El espiritismo astral nunca actúa sin orden del Supremo. 

«CURACIONES POR MEDIO DEL AGUA IRRADIADA ASTRAL O ESPIRITUAL» 

El agua irradiada es uno de los elementos más simbólicos, importante y fundamental del Estudio Espiritual. Es agua común sí, pero irradiada por la vibración de Dios. 

Cuando se irradia desde el plano astral, adquiere facultades equilibradoras.
Cuando se irradia desde el plano espiritual, puede alcanzar niveles curativos profundos e inmediatos, según el merecimiento, y la Voluntad del Padre Supremo. Esto sólo se da si hay orden Superior, preparación, moral y honestidad en el grupo. 

El agua es vehículo de vibración porque permite la absorción de fluidos puros; pero también aclara que no es la materia del médium la que sana, sino la orden espiritual que actúa por medio de aquella materia que presta el servicio. 

«LOS RECONCILIOS EN ENFERMEDADES POR DEUDAS ESPIRITUALES; CUERPO MÉDICO ESPIRITUAL PARA CLÍNICA EN OPERACIONES» 

El Reconcilio espiritual es la raíz de muchas sanaciones. Hay espíritus enfermos porque están encausados por el mal que han ejercido sobre otros; es decir, tienen cuentas pendientes, y no se han reconciliado. Sólo cuando hay perdón por parte del espíritu ofendido, puede desbloquearse la vibración que permite la curación. 

Entonces entra el Cuerpo Médico Espiritual Científico, que no opera por capricho, sino por causa verificada; que no opera el cuerpo físico, sino EL DOBLE ASTRAL O PERIESPÍRITU. La Clínica Espiritual no es improvisada; tiene un médico director, auxiliares, registro de causas y órdenes jerárquicas. Nada ocurre fuera del orden Espiritual Astral. 

«LAS ENFERMEDADES POR HECHIZOS, O SEA, ESPIRITISTAS DE LA FAZ; ELLO, PERTENECE A ELLOS» 

Cuando el Maestro dice que las enfermedades por hechizos, o sea, causado por espiritistas de la faz; ello pertenece a ellos. No está negando la asistencia espiritual a los hermanos que llegan a los Estudios Astrales Espirituales Ante Dios, afectados por esas causas, ni está insinuando que deban buscar la solución en aquellos mismos que colocaron el mal; es decir, los hechiceros o espiritistas de la faz. Muy por el contrario, lo que está indicando con precisión es, que la forma correcta de tratar estas enfermedades espirituales no es imitando los métodos de la oscuridad, porque hacerlo sería ponerse en el lugar de quienes las provocaron, aunque se piense que es para el bien. 

El Maestro ha dicho que esta Enseñanza es universal y lo encierra todo, no por desmeritar otras doctrinas, sino porque en ella han sido reunidos tantos Colaboradores, Mensajeros, Maestros, Caciques y Sabios Espirituales al servicio de Dios, que quien estudie palabra por palabra su Obra, verá que en cada frase se encuentra un sentido justo, completo y reparador. 

Por eso, cuando se menciona que las enfermedades provocadas por hechicería pertenecen a ellos, se está señalando que la responsabilidad del retiro del mal recae en quienes lo generaron. Y en Los Estudios Astrales Espirituales Ante Dios, cuando hay honestidad en los dirigentes, no se actúa desde el plano terrenal como lo haría un hechicero haciendo contra-hechizos, manipulando entierros, exhumando cadáveres, usando bebedizos o elementos materiales para anular el fluido, sino que se deja actuar a los Maestros designados por Dios, quienes desde la Justicia Divina sabrán conducir a reconciliación al espíritu directo, causante, responsable y motivante del mal; o sea el agresor, y al espíritu afectado; es decir, en vez de pelear con la oscuridad desde la oscuridad, se permite que la Luz haga justicia a través de la reconciliación espiritual. Cuando el espíritu que colocó el hechizo, los fluidos pestilentes que enfermaron el Periespíritu, y que luego pasó a la materia enfermándola, es convencido por la Ley, y accede al perdón; entonces él mismo debe quitar lo que impuso a su hermano; bien sea por deuda, por envidia o simple maldad, quedando el fluido deshecho al ser retirado desde su origen, dando pasó así a la sanación de la materia. Para ello, las Guardias Espirituales y Maestros, actúan con pleno conocimiento de las causas profundas, sabiendo que todo fluido tiene dueño, y que sólo su propietario debe de disolverlo con autorización del Tribunal Espiritual. 

Por tanto, no debe entenderse, ni asumir de ninguna manera, que los hermanos con esta clase de patologías espirituales no puedan ser atendidos en los Estudios. Lo que debe entenderse con claridad es que, sí pueden ser atendidos, pero bajo orden y guía espiritual, y no por medios humanos que imiten a los hechiceros; pero, sobre todo, dejando actuar a los Mensajeros. 

Entonces, rechazar al necesitado por ignorancia o temor, evidencia claramente la falta de estudio de la Obra y de las Leyes Espirituales. En cambio, saber cómo atenderlo conforme a los Mandatos Divinos, es un acto de sabiduría, obediencia y verdadero amor espiritual. 

Esta Justicia no puede ser falseada porque nadie puede engañar al Tribunal Espiritual. El médium que imposta una sanación, o un grupo que se dice espiritista sin haber comprendido ni respetado el orden de la Ley, no convoca sino a espíritus errantes burlones del bajo astral; y aquí se evidencia la diferencia que muchos aún confunden; aplicando lo que el Maestro Ismael dice en su Enseñanza: Confunden la verdad y queda la mentira. 

«EN CASO DE DESNUTRICIÓN ACUDIR AL MEDICO CORPORAL» 

Aquí el Padre Supremo, siendo quien es, otorga importancia a la parte médica corporal. Esto es hermoso, porque el Padre Supremo no desprecia la medicina humana, ya que Él la inspiró en el hombre para la curación de las materias. El médico del plano físico atiende la estructura corporal, y cuando el espíritu no tiene deuda espiritual, basta con él médico corporal para sanar. 

Ahora bien, hay casos donde la desnutrición es causa de una deuda espiritual. En esos casos, la medicina espiritual puede actuar, pero no por capricho del médium o del paciente, sino por Orden Suprema. 

Este párrafo distingue con maestría entre el espiritismo verdadero fundado en la Ley Espiritual, la jerarquía y la luz; y el espiritismo de la faz, basado en la improvisación, el ego, la maldad, el comercio, y la manipulación de fluidos pestilentes que impregnan al Periespíritu para enfermar luego la materia. 

Al mismo tiempo honra la labor del médico corporal, y valida el uso del agua irradiada como canal vibratorio; recordando que todo proceso de sanación espiritual debe nacer de la reconciliación y el perdón. 

«SI TU CORAZÓN OFRECES A DIOS, DIOS TE LO RECIBIRÁ» 

En esta primera línea se revela el principio supremo de la ofrenda espiritual, que no es externa, ni ritualista, sino interior y vibracional. Ofrecer el corazón a Dios, significa vivir conforme a la Ley del Amor, del Perdón, de la Rectitud y del Servicio desinteresado en favor de nuestros hermanos; pero siempre en nombre de Dios, no en nombre del médium. 

No basta decir; Señor, te ofrezco mi vida y mi servicio, si en la práctica no se vive en moral, ni se respeta al prójimo ni se honra la verdad. 

Cuando el corazón, símbolo del centro emocional y espiritual del ser, se ofrece a Dios, no hay fuerzas que lo puedan detener, porque Dios, siendo Supremo en Justicia, lee el alma, no las palabras; y si hay sinceridad, arrepentimiento y deseo de elevarse, Dios lo recibe, incluso si hay errores y caídas en el pasado. 

Aquí se cumple la Ley del Retorno, porque todo lo que vibra en dirección a Dios, regresa al alma como elevación, paz y sabiduría. 

«…PERO SI LO OFRECES A LA TIERRA, ELLA SE LO COMERÁ Y EL ESPIRITU EN LA TIERRA QUEDARÁ» 

Esta segunda parte es una advertencia poderosa. La tierra representa aquí los placeres materiales, los intereses egoístas, la vanagloria, el poder terrenal, el ansia de reconocimientos, de mando o de bienes transitorios. Cuando el corazón se entrega a estos encantos, no asciende, queda aferrado al plano terrenal. Y en términos espirituales, el espíritu en la tierra quedará atrapado en el bajo astral; atado a los ciclos reencarnatorios, a la rueda del dolor, de la ignorancia y del olvido, porque no se elevó en conciencia, no sembró en la altura sino en el polvo. 

Por eso el Maestro lo dice con tanta fuerza y firmeza: La tierra se lo comerá. No como castigo, sino como consecuencia justa de la Ley. 

«DE LO QUE SIEMBRES, DE ESO COGERÁS LA COSECHA» 

Aquí se sella la Enseñanza con una de las Leyes fundamentales del Universo; la Ley de Causa y Efecto. Cada pensamiento, emoción, palabra y acción, es una semilla que produce fruto tarde o temprano. No hay siembra inútil ni cosecha injusta. 

En este caso, el Maestro Ismael nos recuerda que, si sembramos ofrendas de vanidad, de juicio, de egoísmo, de desobediencia espiritual, de protagonismo y maldad, la tierra nos devolverá confusión, dolor y sufrimiento; pero si sembramos verdad, obediencia, humildad, servicio y perdón, la cosecha vendrá en luz, en sabiduría, en reconciliaciones y en paz interior. 

Vuestro amigo, hermano y servidor,
-Héctor Fabio Cardona-