La humanidad caprichosa, ciega e inconstante, rechaza las bondades del Padre Supremo al negarse a estudiar, a investigar sobre la VERDAD, sobre las Leyes espirituales, confundiendo así a Dios por otra cosa, porque está sumergida en este mundo material saturado de presunción, de orgullo, de soberbia y de vanidad, haciendo ostentación de lo que posee, lo que compra, lo que viste y hasta con lo que alimenta su materia, porque es más relevante la moda que la esencia de su propio espíritu, asumiendo para su vida, un rol impuesto por las masas, el cual asume dócilmente conceptuando y aceptando ese espejismo como la única realidad para su vida, y concluyendo apresuradamente que al ser admitido por el gran público, algún beneficio o reconocimiento traerá para su mustia existencia; porque si la mayoría lo aprueba, inevitablemente tiene que ser verdad, aunque esto signifique renunciar a su esencia, a la prudencia y a su libre albedrío.
Respetuosamente os digo hermanos de mi espíritu; la humanidad sin darse cuenta, cuáles títeres manipulados por los hilos invisibles de las tendencias y las pretensiones, muchos son lo que van siendo guiados, asidos, y sometidos mansamente a voluntades ajenas.
El plano Tierra en la actualidad, es un mundo de utopías, por los intereses personales, egos, recelos, codicia y anhelos de reconocimiento, que van incubando vaguedades en las mentes de quienes endosan su voluntad, confundiendo idolatrías, fanatismos e hipocresías; con el verdadero conocimiento, con el verdadero amor, al no haber convicción en lo que se hace, restando importancia a las orientaciones espirituales, cuando son precisamente éstas guías las que pueden instruir sobre las causas por las cuales se hace acreedor el espíritu a la expiación de cruzada en cruzada por los errores, por las faltas cometidas hacia sus semejantes y el medio que lo rodea.
“Todo ser viviente tiene espíritu”
Las Leyes Espirituales confieren al estudiante disciplinado, honesto y consciente de su labor como servidor del Padre Supremo, la comprensión del porqué de las aflicciones, de las amarguras, de las enfermedades incurables de origen espiritual, así como las privaciones que se padecen desde temprana edad, encontrando la causa en el mal proceder. Por lo cual se aprende mediante el estudio serio, honesto e investigativo; que se sufre de igual manera que se ha hecho sufrir. Todo está eslabonado, todo es una correlación; y sin embargo y a pesar del conocimiento adquirido de dichas Leyes, quienes portan una mínima fracción de esa verdad, aún se rebelan a aceptar aquellas causas, abandonando sus ideales, sus compromisos, sus responsabilidades, y guiándose, no por aquello que le ha sido entregado como conocimiento para el bien de sus hermanos y de su propio espíritu, sino por lo que encanta al oído, a la vista nublada de las multitudes, relegando aquella Verdad, aquellas Leyes a un segundo plano, porque ya no es su prioridad.
Os digo que, quien como siervo de Dios da cabida en su corazón a la adulación; su pecho se infla como globo por el orgullo, por la soberbia y por la vanagloria, empujándole a caminar altivo entre sus hermanos.
Apartaos, alejaos de quien así actué, porque quien lo acompaña no es la voz del conocimiento, la razón ni la humildad, sino el capricho de una materia que no ayuda ni a su propio espíritu.
Son “ciegos guiando ciegos, y engañados ayudando a confundir a los más extraviados”.
La Obra del Maestro Ismael, así como muchas enseñanzas que, en distintas latitudes, en distintos idiomas y en distintos tiempos el Padre Supremo ha concedido para el bien de la humanidad como los ESTUDIOS ASTRALES ESPIRITUALES ANTE DIOS, enseñan el respeto hacia todo y hacia todos, teniendo como base, como pilar y como única oportunidad para limpiar el espíritu de las capas oscurecidas con las cuales se ha cubierto por las transgresiones del pasado y del presente; la moralización del espíritu, para que a través del reconocimientos de las faltas, del reconcilio, y mediante la Divina Ley del Perdón, los espíritus queden desligados y libres. Pero mientras se continúe señalando, juzgando, incentivando el odio, el rencor o los deseos de venganzas en el corazón de nuestros hermanos; y mientras no se dé el Perdón entre ofendido y agresor, entre espíritus encarnados y desencarnados, no podrá haber reconcilio, equilibrio, como tampoco paz ni libertad de los espíritus.
La paz mundial, así como la armonía en los hogares, es y será una simple quimera; en tanto no se conozca y se enseñe desde la primera infancia en todo el plano Tierra, las Leyes que rigen el mundo espiritual y las causas derivadas de las malas inclinaciones, intolerancia, avaricia, envidia; así como la falta de respeto de hermano a hermano, porque de ahí nacen las obsesiones, las rivalidades, los deseos de venganza, y las PERSECUCIONES QUE VAN AÚN MÁS ALLÁ DE LA SEPULTURA.
No penséis hermanos de mi espíritu que pretendo confundiros o intimidaros; pero han de saber que aquel a quien hoy hacéis vuestro enemigo, mañana podrá sorprenderos desde la cuna, y en vuestro propio hogar como hijo, hermano, padre o madre carnal, para cobraros las ofensas recibidas, e infringiros tanto mal y dolor, como haya recibido de vosotros…Os invito a reflexionar sobre este tema para que seáis vigilantes en todo momento de vuestras acciones y decisiones, para que deis la importancia que realmente amerita, y decidáis reconciliaros a tiempo de corazón, y mientras haya vida corporal, con todo aquel que se le haya causado mal, para evitar recíproca e indefinidamente caer en el círculo perverso de pago y de cobro de deudas que encadenan a el espíritu en un ir y venir indefinido a este plano terrenal, dando lugar a las persecuciones, obsesiones espirituales, impidiendo así su evolución.
Hermanos de mi espíritu; por ningún motivo ni bajo ninguna circunstancia contribuyáis a propagar malas noticias; pues esto sólo aviva la llama del odio, del rencor y de los deseos de venganza. Sabed que vuestra injerencia en ello os hará instigadores y además culpables del mal que de ello derive, teniendo que dar cuenta también por ello ante el Supremo.
Ajustaos a vuestro verdadero rol asignado en lo espiritual para no desvirtuar la enseñanza; divulgad las semillas que dulcifican, que apaciguan el corazón exaltado, compartid el conocimiento que esté a vuestro alcance, no seáis talanquera ni piedra de tropiezo para ninguno de vuestros hermanos, huid del egoísmo, de la vanagloria y brindad amor; dirigid las voluntades enardecidas hacia el reconcilio y el perdón, y no actuéis como el viento que aviva la llama que destruye. Sé los buenos siervos de aquella Majestad Divina, y enseñad que todos estamos llamados a volver a la diestra del Padre Supremo por graves que sean nuestros errores, siempre y cuando haya el arrepentimiento, reconcilio, perdón y la reparación de las faltas cometidas.
Clamad la Luz para quien os odia, para quien os desea el mal, como también para el espíritu de quien se encuentren en penurias o que esté faltado a el respeto a sus hermanos. Un verdadero soldado al servicio de Dios, es aquél que con amor guía por la senda de la luz al hermano extraviado, y con rectitud y buen ejemplo, da fielmente cumplimiento a los mandatos Divinos y al juramento hecho ante aquella Majestad Divina. “INCLINARSE HACIA DIOS POR TODA LA HUMANIDAD, RECORDAR TANTAS DEUDAS QUE DEBEMOS CANCELAR ANTE DIOS Y CAUSA ESPIRITUAL”
Perdonadme hermanos míos si halláis en mis palabras contradicción o dureza según vuestra apreciación; pero os digo, no me considero mejor que ninguno de vosotros, ni pretendo descalificaros, ni menospreciaros, ni mucho menos juzgar ningún actuar; “señalo el mal que aqueja a el humano; más no a el humano en sí"
Todo es un aprendizaje, y así como el axioma que en apariencia agravia las dignidades, pero que una vez bien asimilado, es cura para el alma; así mismo cada experiencia amarga, cada error, enriquece y provee de conocimiento a el espíritu, para que éste aprenda a reconocer sus faltas, iniciando su liberación al dar paso en su corazón al arrepentimiento, naciendo así la necesidad de perdonar y ser perdonado.
Tened siempre presente que cada ofensa o mal producido por venganza o envidia hacia vuestros hermanos, es una capa oscurecida que quitáis al espíritu de quien perjudicáis; tan sólo para echárosla sobre vosotros mismos.
Os digo; si aprendieses a observar la majestuosidad del bosque, jamás intentaríais derribar un árbol porque sabríais entonces, que éste y aquél son uno sólo; y si en verdad fuere vuestro anhelo el conocer y honrar a el Padre Supremo, tampoco nunca jamás, intentaríais infringir mal a ninguno de vuestros hermanos, porque el Padre está en cada uno de sus hijos…
Vuestro Amigo y hermano…
-Héctor Fabio Cardona-