Se decía; “Sin la iglesia no hay salvación…”
El Maestro Allan Kardec enseña “Sin Caridad no hay salvación” Porque de nada sirve el predicar, y no actuar.
Pregunto ¿De qué vale hablar y hablar de las Leyes de Dios, si nuestro corazón no toma parte alguna en ello, porque ante la menor contrariedad emerge la ira que enciende LAS BAJAS PASIONES, y no el AMOR que dulcifica y apacigua EL CORAZÓN? ¿De qué vale rasgarse las vestiduras INSINUANDO defender una Causa Divina, mientras nuestras acciones REALES estén dirigidas por la intolerancia, el orgullo y el fanatismo que, en vez de enseñar, desvirtúa y extravía?
Cierto es que el espíritu que moviliza materia en este plano de expiación, de sufrimiento y de dolor, está inmerso en la oscuridad; y cuándo tras ingentes esfuerzos logra despertar un MÍNIMO de consciencia y abrir los ojos para salir del ensueño de las pasiones que aletarga sus sentidos, reconoce que hay un ser Supremo, y por ello se dice que es el momento cuando “clama y pide al Padre, por él y por sus hermanos” pero en cuánto recibe respuesta y le es concedida aquella antorcha que es el conocimiento para alumbrar y guiar sus pasos y el de sus hermanos, lo que hace es “colocar la lámpara debajo del celemín” como dijo el humilde Jesús del Galilea; es decir, “CONFUNDEN LAS LEYES Y LAS TAPAN PARA QUE NADIE LAS COMPRENDA” dijo el Maestro ISMAEL.
No hermanos míos, las Enseñanzas que el Padre concede para el terrestre a través de sus enviados, mensajeros de Luz, y que son plasmadas y entregas para el “BIEN DE LA HUMANIDAD” no son para ahitar ni deslumbrar a quienes se les ha encomendado como “depositarios, comprendedlo bien; DEPOSITARIOS, MÁS NO PROPIETARIOS” de una Verdad Infinita e Inmutable como lo son las Leyes de Dios; pero que el ansia de representación lleva a muchos a acogerse en orgullo de poderes para humillar a sus hermanos, terminando por apropiarse de aquello que no es de origen terrenal y que no les pertenece, bajo el pretexto de custodiar y proteger una enseñanza. Pero os digo hermanos, que la mejor manera de proteger una Obra, es darla a conocer para que nadie se atreva a modificarla. Claramente me refiero a Las Leyes Espirituales, más no a “LAS LABORES INTERNAS” que sólo corresponde a cada recinto, y a cada director corporal.
Y me pregunto, ¿protegerla de qué? si al igual que una semilla cuando es entregada o adquirida, es con la idea de que se reproduzca una vez sea sembrada, una vez sea plantada; pero para ello requiere de la luz, del agua, del viento, y de la buena tierra que la sustente y alimente para echar raíces, germinar, crecer, desarrollarse y dar fruto. Pero ¿qué es lo que hacéis? circunscribís con vuestro egoísmo aquella “SEMILLA MUY GRANDE QUE DIO MARÍA DE LA PAZ” cuando bien sabéis que todas las semillas sembradas tendrán que producir. Pero no será oprimiendo en vuestras manos, ni tapándola bajo el subterfugio de custodia, como esa semilla ha de dar sus frutos deseados, ni al quedar en tierras estériles o mal cultivadas; porque de esta forma os aseguro que, esta OBRA SI SERÁ PISOTEADA.
Que no sea vuestra preocupación, ni mucho menos vuestro desvelo ni vuestra decisión, que os oriente sobre quién deba y quién no, recibir las Leyes del Padre Supremo a través de ésta enseñanza; porque os recuerdo que cuenta con sus propios custodios espirituales nombrados por el Padre Supremo, para ayudar y guiar a quienes quieran llegar a ella, conocerla y expandirla, para entregarla con verdadero amor y fraternidad, a todos sus hermanos.
Os pregunto ¿cuáles son vuestras inconformidades con aquellos hermanos que os dirigen a través de los gobiernos que vosotros mismos hais ayudado a conformar? ¿Acaso me equivocaría si os digo que es el ocultamiento de la verdad, y el apropiarse de algo que es del pueblo, y que por lo tanto no pertenece a persona determinada alguna? Entonces ¿por qué actuar con vuestros hermanos como otros actúan con vosotros? ¿Acaso en estos momentos de confusión que vive la humanidad, no exigís que vuestro gobierno terrenal actúe conforme a dichas Leyes y conforme a la Verdad?
Por ello os digo que no hay pretexto valedero para ocultar la Verdad o decirla a medias, o entregarla solo a unos pocos, al juzgar apresuradamente en los demás una incompetencia que quizá no esté en ellos, si no en vosotros; y porque al igual que vosotros que sois dirigidos por vuestros gobiernos que basan sus decisiones en las Leyes imperfectas e inscritas en las Constituciones de vuestros países, nadie responderá por la falta de su compatriota; así mismo aprended que VOSOTROS no pagaréis por el error en el que incurra vuestro hermano ante las Leyes espirituales, pero si seréis duramente punibles si conociendo, no brindáis a vuestro hermano la oportunidad de conocer; porque nadie os ha nombrado jueces ni administradores de una Enseñanza para decidir quién recibe y quién no…simplemente vosotros os ofrecisteis bajo vuestro libre albedrío.
Entonces, si tanta ansia tenéis de hacer respetar una Enseñanza; preocuparos de cumplir vosotros sin fiscalizar si otros cumplen o no; porque cumpliendo primeramente vosotros, es como verdaderamente ayudaréis a vuestros hermanos también a cumplir.
Vuestro amigo y hermano,
Héctor Fabio Cardona.