Ante las ideas de nuevos albores por el bien de la Enseñanza para ensanchar los horizontes del conocimiento hacia los cuatro puntos cardinales, no podemos ser tibios en nuestro rol, en nuestra representación, en nuestra responsabilidad ni en nuestro compromiso ante El Padre Supremo; o se es frío o caliente, pero no tibio, porque no se puede definir como apoyo, la lucha de aquél que desde la seguridad de su rincón enarbola su espada cuando se encuentra a solas; pero ante el público, ante las injusticias, y ante lo que no corresponde a una verdad, languidece, calla, palidece y declina volviendo a envainar su espada.
Aquí no se trata de hacer prevalecer un capricho ni nuevas leyes; se trata de confirmar, de respetar y unificar las ya existentes, porque hais de saber hermanos de mi espíritu que cuando se desecha el llamado a fortalecer los lasos de esta gran hermandad espiritual, se está también desechando las bases de aquel legado para el bien de la humanidad, representada en esta humilde, pero grandiosa Enseñanza del Maestro Ismael Garzón Triana, como también en tantas otras enseñanzas que mi Padre ha permitido a este plano terrenal a través de sus mensajeros para traer luz, conocimiento, amor y verdad.
Cuando hay humildad, cuando hay voluntad, cuando hay respeto y agradecimiento en el corazón del hombre hacia las bondades de aquella Majestad Divina, no hay pretexto, no hay excusa alguna, que impida reconocernos como verdaderos hermanos hijos de un mismo Padre Creador de todo cuanto ha sido, es y será. Por ello mismo os invito a deponer el orgullo, a salir de aquel gran mutismo y de vuestros rincones, para dar paso a la armonía, a la fraternidad que permita reconocer que ninguno de vosotros ni yo, ni nadie, está en posesión o goce de la verdad absoluta; pues aquella se conquista no solo con el estudio, con la investigación, sino también con la humildad para refrendar su legitimidad; y cuando se llega a tal punto, se trasciende a otro plano, pero yo aún os veo, aún me veo aquí en este plano de expiación, de sufrimiento y de dolor.
No pretendo con estas mis palabras conduciros hacia la discordia ni hacia la senda de la confusión; lo que se intenta es avivar la llama en vuestros corazones para que despertéis del letargo ante la comodidad en que os encontráis, y así bajo el acierto, no de mis palabras, sino de las Leyes Espirituales, os unáis como verdaderos hermanos defensores ante la Divina Causa, para dar cumplimiento a aquel mandato que dice “Amar a Dios es amar a sus hermanos” Como cierto es, que cuando se menosprecia a el humilde, se desprecia también al Padre Supremo.
Despertad hermanos; y entonces por fin reconoceréis el gran tesoro que habéis tenido en vuestras manos, y del tiempo que habéis desperdiciado, como la oportunidad que habéis negado al mundo de conocer la Obra de vuestro Maestro, porque si fueseis consecuentes con vuestra responsabilidad y realistas con las causas que levantáis para vuestro espíritu ante el incumplimiento de vuestro juramento; os digo que grandes entre las grandes, serán vuestras obras en favor de la humanidad, cuando os decidáis a cumplir.
Si encontrareis y os alimentaréis con el fruto de un árbol que a su vez os brinda también abrigo, y además os curase de vuestros males gracias a las propiedades curativas de su sabia y de sus hojas; normal es, que muchos quieran venir a recibir también sus bondades; y si pensaréis un poco más en vuestros hermanos previendo que las buenas nuevas que se han expandido más allá de vuestra comarca gracias a los testimonios; entonces lo acertado sería tomar las semillas y plantar nuevos árboles para que cada vez, sean más los que puedan recibir sus beneficios. Pero si lo que hacéis es cercar aquel árbol y edificar alrededor de él para que sólo puedan beneficiarse los de vuestra comarca; os digo que tendréis entonces un árbol grandioso y protegido sí, pero cuyas raíces, cuyo tronco y follaje poco a poco se irán debilitando, porque la Naturaleza y el amor en su plena libertad, es lo único que entre más se entrega, más florece y más da. Y si aquellas tímidas semillas poco cultivadas que entregáis para ser plantadas lejos de vuestra comarca no son del fruto fresco recogido en primeras horas del día, sino de aquellas que caen y son PISOTEADAS, y además quemadas por la irradiación del Sol; os digo que serán semillas cuyos frutos no se compararán nunca jamás a los de aquellas raíces del árbol primero.
Tal es el conocimiento que pudiéndose impartir para arraigarse en la mentalidad del niño para que dé excelentes frutos; si se espera a una edad más avanzada, no es que no sea aprovechable, pero sin duda alguna, los mejores frutos serán de aquella mentalidad que fue cultivada desde temprana edad; cómo aquella semilla que fue plantada a poco tiempo de haber sido consumido su fruto, serán las que echarán raíces más fuertes y profundas, las que emergerán con tallos más vigorosos, follaje más frondoso, y frutos de excelente calidad para sustentar y dar abrigo al peregrino.
No esperéis demasiado tiempo para compartir vuestros conocimientos, lo que hais de hacer, hacedlo ya hermanos míos; no sea que cuando os decidáis a cumplir con vuestra responsabilidad, aquel campo esté estéril por la confusión, por la incredulidad, y por el egoísmo que vosotros mismos ayudasteis a sembrar en el corazón de vuestros hermanos…
Vuestro hermano, amigo y servidor,
Héctor Fabio Cardona...