jueves, julio 16, 2020

No hagáis a vuestro hermano, lo que no quieras que te hagan a ti


(…) Ante todo, quiero expresaros mi respeto como hermanos de mi espíritu, como Soldados defensores de la Divina Causa; y recordaros que, bajo aquella gravedad de Juramento que entregamos un día ante el Padre Supremo, no ante ninguna materia; comprometimos nuestra palabra, nuestro empeño, nuestra lucha y nuestra voluntad en CUMPLIR SUS MANDATOS Y HACERLOS CUMPLIR; no a través de la imposición, ni del orgullo de poderes o del sometimiento para doblegar las voluntades a nuestros hermanos; sino a través de nuestro propio ejemplo. Porque si no cumplimos primeramente nosotros, ¿Cómo pretendemos hacer cumplir a nuestros hermanos?

Si me lo permitís, empezaré por decir que las Leyes Divinas son Inmutables, que aquello que fue ayer en lo espiritual, es hoy, y será mañana así mismo; por lo cual pido humildemente a todos los que somos cimiente y esparcidores de la Obra del Maestro Ismael en ésta nuestra presente cruzada, hacer un alto en nuestro trasegar; mirar hacia atrás, y hacer un recuento, un balance de nuestras acciones, sobre ¿QUÉ HEMOS HECHO HASTA EL MOMENTO EN LA OBRA DEL MAESTRO? ¿Acaso hemos cumplido a cabalidad con nuestro deber y nuestra responsabilidad? ¿Qué está haciendo cada uno de nosotros para engalanarla, para darla a conocer sin orgullo, sin fanatismo y sin egoísmo? ¿La enseñanza y el conocimiento adquirido de las Leyes morales y espirituales nos ha servido para aislarnos de los vicios con el propósito de limpiar nuestros espíritus, o, por el contrario, sólo nos ha servido para acogernos en orgullo de poderes para HUMILLAR y someter a nuestros hermanos con caprichos de materia ante la envidia espiritual? Las SEMILLAS que se nos han confiado ¿Cuántas de aquellas han sido simplemente arrojadas, y cuántas hemos sembrado y cultivado con amor? Porque no es sólo sembrar; nos debemos también a la acción constante de cultivar para que ese fruto germine buenamente como está establecido. ¿Cuántos Soldados cumplen un Reglamento? ¿Cuántos lo incumplimos? ¿Cuántos Soldados, su espíritu ha ingresado a la Obra con el anhelo de progreso, de cambio, de bienestar? y ¿Cuántos a través de estos años hemos enlodado aún más nuestro espíritu, y lo hemos ennegrecido en vez de haberle dado Destellar y Luz, teniendo todo en nuestras manos? ¿A cuántos hermanos hemos conquistado con Amor, con entrega, con ejemplo, con Indulgencia, con aquella Caridad y Piedad como lo enseña la Obra? y ¿A cuántos hemos alejado con el desprecio, con el desdén, con el orgullo, la soberbia y la jactancia que, en vez de aliviar heridas, las irrita? ¿Cómo podremos clamar Benevolencia en la hora de nuestras angustias, si aún aquello que recibimos en abundancia y gratuitamente en virtudes y conocimientos lo guardamos egoístamente solo para nosotros y los nuestros con la justificación de salvaguardar la Enseñanza? Pero os pregunto ¿De qué, o de quién queréis defenderla, si no es de vuestro propio egoísmo, que al no compartir el pan espiritual con vuestros hermanos que tienen sed de conocimiento, vuestro recipiente recibe, recibe, y recibe hasta derramarse sin provecho alguno para vuestros hermanos? Os ahitáis con tanto saber, que termináis por indigestaros, hasta entorpecer vuestras mentalidades por egoístas. Actuáis como aquél que sirve de más en su mesa; pero que, si pensara un poco en sus hermanos, alcanzaría para todos y sobraría, pero finalmente el ojo puede más que el estómago; así como el ansia de poder y la AVARICIA DE CONOCIMIENTO, puede más que el compromiso de vuestro juramento.

“Cuántos son los que estudian la manera de ir a Dios; pero son olvidados, que todos somos hermanos como espíritus, hijos de un mismo Padre, como materia que es de la tierra; y creado por los Astros que dan la vida y alimento.”

Os digo hermanos de mi espíritu que sin el respeto ni el cumplimiento de las Leyes espirituales, las virtudes más esclarecidas y el conocimiento más elevado, sólo sirve a el espíritu para perderse, para encausarse al creerse único, escogido, encumbrado, y mucho más merecedor que sus hermanos, de las bondades del Padre Supremo, llevándolo a beber del Manantial en las mejores copas, y reservando aquellas horas de mejor irradiación para sí mismo, porque cree estar en la cima, o porque lo ganado, como suele pensar el orgulloso y arrogante soldado que desprecia a sus hermanos.

No toméis estas palabras como señalamientos ni imputaciones de mi parte; tomadlas como una invitación a la reflexión constante que requiere la prestación del Servicio con amor a nuestros hermanos, y en el nombre de aquella Majestad Divina; y si nuestro obrar es correcto y en conformidad a la Ley y a la Enseñanza, podremos tener la certeza que nuestros corazones estarán frescos, reposados, así como nuestros espíritus más aliviados, y nuestras mentalidades mucho más esclarecidas también; pero si nuestro proceder es errado; ¡ay! de nosotros que juramos cumplir, que pedimos, que clamamos, que nos beneficiamos, que prometemos compartir; pero guardamos, y olvidamos a nuestros hermanos.

Muchos de vosotros os preguntaréis: ¿Quién es “ése” que apenas sí divisa un sendero, una enseñanza, y ya cree ser poseer del conocimiento y la moral para señalar? Yo os digo hermanos míos, soy un Soldado como los sois vosotros, y no vengo a formaros, porque como dijo el Maestro Sócrates “NO PUEDO ENSEÑAR NADA A NADIE, SÓLO PUEDO HACEROS PENSAR.” Tampoco vengo a incomodaros, simplemente traigo puntos de observación sobre lo que es correcto, y de aquello que no lo es.

Como espíritu encarnado he venido a saciar mi sed de conocimiento en este Manantial que es esta Magna Enseñanza, tal y como lo hacéis vosotros también; vengo a buscar la Luz para mi espíritu que se encuentra fatigado de trasegar, retrasando mi progreso ante la terquedad de mi materia, vegetando en un estancamiento triste, sin rumbo, y opacado por mi errado proceder del pasado. Vengo a instruirme en la verdad que mi Padre Celestial extiende sobre todos sus hijos, y no en el concepto personal de ninguna materia ni agrupación alguna. Tengo el firme propósito de aprovechar la oportunidad que se me concede a través de esta humilde Enseñanza y de los tribunales espirituales, para el reconcilio y desligar del mayor número de deudas contraídas en mi pasado y mi presente ante mis hermanos; y no, para echar más fango sobre mi espíritu con odios sin sentido, con egoísmos ni resentimientos, ni para extender nuevos pagarés a mis deudores; pero sobre todo, he venido para estudiar y laborar en bien de la humanidad para dar fiel cumplimiento al Juramento que he dado ante el Supremo Dios Infinitamente Poderoso y Justo, comprendiendo que las Leyes y Estatutos de la enseñanza, son la guía Divina en este Plano Tierra para el fiel servicio en la Obra, para no dejarme arrastrar por el capricho de mi materia, porque nuestra mentalidad no está por encima de aquella fuente Divina a dónde venimos a saciar la sed, a donde venimos a adquirir Conocimiento, a instruirnos para obtener Luz para nuestros espíritus, alivio a los quebrantos y agobios de nuestras materias, como también el de nuestras almas; y no para tergiversar lo entregado desde la altura.

Entonces ¿Por qué pretender imponer costumbres, caprichos, y no la verdadera Ley establecida en la Obra enviada por nuestro Padre Celestial?

Bien sabemos que han sido entregadas unas indicaciones que son guías esclarecidas plasmadas en el Libro Matriz, orientaciones para ser cumplidas, y así poder ser ejemplo con nuestros actuares; para aquellas almas que ya están, y aquellas que vendrán a refugiarse en este faro de Luz de LOS ESTUDIOS ASTRALES ESPIRITUALES ANTE DIOS, como toda enseñanza venida del Padre; y no para laborar según nuestro criterio, según nuestro estado de ánimo, o según nuestros afanes o nuestras ansias, porque entonces cargaremos con la culpabilidad del error en el que hagamos incurrir a nuestros hermanos.

Os digo; la humildad, la firmeza de pensamiento y de obra, conduce hacia el camino recto librándonos de males innecesarios; mientras que el orgullo, la pereza, la decidida y la envidia espiritual, conduce por la senda de la confusión, impidiendo el cumplimiento; o cumpliendo sólo a medias un compromiso, un juramento. “ES MEJOR SER UN BUEN SEGUIDOR DE LA ENSEÑANZA, Y NO UN MAL MÉDIUM” me compartió un hermano. 

Cada espíritu es conocedor de sus sentimientos, de sus fortalezas, y también de sus faltas; por eso os digo que, “ASÍ COMO UNA LÁMPARA NO NECESITA DECIR QUE EMITE LUZ, LAS BUENAS PERSONAS TAMPOCO NECESITAN DECIR QUE LO SON”, siendo innecesario defenderse de las injurias que excitan nuestros ánimos, porque el ejemplo es la mejor defensa. 

No os resintáis con éste, vuestro hermano aprendiz, cuando en ocasiones escribe en tercera persona como si pretendiese ser ajeno a estas palabras; por el contrario, lo hago con la idea de hacer parte del gran público para evidenciar mis propios errores, asumiendo lo que me corresponde de responsabilidad en mi errata; necesitando aquella figura, aquella narrativa de mis propias faltas, imaginando que es mi consciencia quien da lectura continua a aquello que nadie quiere decirme; pero que mi razón sí hace con espléndida propiedad, utilizando estas líneas que nace de mi propio espíritu con la necesidad imperiosa de auto-educarme; ya que la mayoría de las veces se impone el capricho de mi materia…

No os convirtáis nunca en piedra de tropiezo ni talanquera para ninguno de vuestros hermanos, porque ciertamente os digo; disfrutaréis hoy de vuestra perversidad, de vuestra animadversión, pero mañana será el crujir de dientes; y hasta no cancelar hasta el último céntimo de vuestras deudas espirituales contraídas, no podréis liberaros de esta doble prisión que es la materia pasajera, y este plano de expiación que os ha correspondido habitar.


Vuestro amigo y servidor,
-Héctor Fabio Cardona-

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