“Yo pido al Supremo Creador, que los rayos de la luz nos cubran y sean curados los pacientes en el nombre de mi Padre Celestial; porque la Caridad y el amor llegue a todos los corazones donde hay la palabra de Dios. Entonces los rayos de la luz mi Padre nos dé, para alejar la oscuridad que está penetrada en los pacientes.”
-Ismael Garzón Triana-
Cuánta verdad, cuánta Sabiduría se desgaja de éste párrafo que, la mayoría de las veces lo pronunciamos dentro de los recintos mecánicamente sin alcanzar a comprender la grandeza del contenido que encierra esta petición ante el Padre Supremo.
Cuando decimos “Yo pido al Supremo Creador que los rayos de la luz nos cubran” además de estar clamando la luz para nuestros espíritus, nos estamos comprometiendo ante aquella Majestad Divina, en seguir el camino de la luz y la verdad para no confundir a Dios por otra cosa; y así, vigilantes de nuestro propio actuar, ir alejándonos poco a poco de los vicios que circundan a la humanidad, para poder ser merecedores de adquirir el conocimiento que es luz para el espíritu, y poder llegar a considerarnos honestos intermediarios (Médiums) entre la parte espiritual y nuestros hermanos que necesitan de las bondades del Padre Supremo.
Y no es que mi Padre requiera de la intermediación de sus hijos encarnados para poder hacer llegar sus bondades a los enfermos del espíritu y de la materia en el plano terrenal y otros planos de oscuridad como el nuestro; pero al estar bajo la égida de una Enseñanza como estudiantes de la Obra del Maestro Ismael, así como en muchas otras Enseñanzas que el Padre ha concedido para el bien de la humanidad, se sigue un orden tanto en lo corporal como en lo espiritual, lo cual demanda voluntad, excelente disposición, amor, honradez, honestidad, y respeto, para tratar a nuestros hermanos como quisiéramos que nos tratasen a nosotros mismos. Así mismo requiere de la moral aplicada a cada una de nuestras acciones, y sobre todo de una excelente preparación a través del estudio para adquirir el verdadero conocimiento, la inteligencia y la sabiduría; pero sobre todo la humildad para desarrollar facultades nítidas, esclarecidas, para que pueda darse la curación o sanación en los espíritus y en las materias que el Padre Supremo conceda llegar a cada uno de los recintos, como también al resto de la humanidad a través de las labores del Cuerpo Médico Espiritual que el Padre conceda.
Sabed hermanos de mi espíritu que un Médium es como un recipiente, que no sólo debe de estar limpio y reluciente por fuera, sino también por dentro, para que lo que allí sea depositado no sea contaminado ni sea desvirtuado; porque un Medium mal preparado, no podrá obtener el verdadero anclaje espiritual que se requiere para desempeñar su tarea como intermediario, y lo que pasaría por falta de preparación, es que “LOS FLUÍDOS QUE EMANEN DE UNA FUENTE IMPURA, SON ALGO ASÍ COMO MEDICAMENTOS ALTERADOS” Dijo el Maestro Allan Kardec…y sobre ello fundamento mi explicación. Es por ello que un Médium enfermo del alma o una moral dudosa, no puede decir que es esclarecido, ni intermediario entre las Cortes Médicas Espirituales, Astrales-Científicas y sus hermanos.
Entonces tomad ejemplo de estas palabras, y aprended que un Médium egoísta, mezquino, altivo u orgulloso; fácilmente falseará una guía, una orientación, al no contar con la irradiación del Mensajero de Luz, sino de espíritus impostores; o lo que es peor, hablará de lo que ya conoce su espíritu…Por estas razones y muchas otras, es que veis como día a día escasean los buenos facultados en los recintos.
Por lo tanto, no basta solamente con elevar mecánicamente en los recintos la petición de sanación para nuestros hermanos; sino que, además debemos de contar con una excelente preparación en todos los aspectos y sentidos, para poder primeramente alejar la oscuridad de nuestros propios espíritus como siervos al servicio espiritualmente ante el Padre Celestial, porque de lo contrario no seremos merecedores de recibir la irradiación necesaria para que sean curados los pacientes en el nombre del Padre Supremo; como tampoco basta el simple y llano deseo de sanación del paciente para ser curado en los recintos; porque además del deseo, se requiere que la Caridad, el Amor, el respeto, la Indulgencia, el Reconcilio, el Perdón, etc., estén presentes en el corazón de aquél hijo que doblegado por la enfermedad de su materia, se arrepiente y clama al Padre, su misericordia.
Ningún Director Corporal o Médium puede asegurar que el paciente será sanado de sus enfermedades en los recintos de oración; pues sólo mi Padre, es el que concede tal misericordia.
Entonces hermanos de mi espíritu, debemos de comprender que sólo cuando seamos dignos merecedores como Médiumnes, de recibir los rayos de Luz de nuestro Padre Celestial, al haber modificado nuestro comportamiento a través de la moral, del respeto y de la honestidad de cada una de nuestras acciones, podremos decir con absoluta seguridad que estamos bien preparados, y en capacidad de ayudar a alejar la oscuridad que está penetrada en los pacientes, siempre con el permiso del Padre Supremo.
Pero mientras sigamos albergando odios, rencores, recelos, envidias, orgullo, soberbia y persecución hacia nuestros hermanos; podremos decir sí, que hemos limpiado la superficie del campo si podamos la mala hierba superficial, al igual que hacemos al limpiar la superficie del vaso, o al lavar el sayal blanquecino con el cual nos investimos momentáneamente para laborar. Pero sabedlo bien hermanos de mi espíritu, que mientras no haya una verdadera y total ablución en nuestro interior, mientras no se limpie el recipiente por dentro, y mientras no se extraigan aquellas raíces de los vicios enquistadas aún en nuestros corazones; éstos siempre volverán a emerger ante la menor contrariedad, a través de los señalamientos, de las críticas, de la envidia, y de la incomprensión entre otros. Por lo tanto; mientras seamos incapaces de corregirnos a nosotros mismos ante nuestra falta de voluntad y ante nuestra falta de amor hacia aquella Majestad Divina; tened presente, que no seremos merecedores del perdón, ni de ser escuchados en el momento de pedir la curación para nuestros hermanos que sufren los rigores en sus espíritus y sus materias, aunque nos encontremos en los recintos, y vestidos de blanco; y si se diese tal curación del paciente en estas condiciones, sería por misericordia del Padre Supremo, y no a través de la intermediación del Médium, porque si no hay amor en nuestros propios corazones; ¿Cómo es que podríamos llegar a infundirlo en el de nuestros hermanos?
Vuestro amigo, hermano y servidor,
-Héctor Fabio Cardona-
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