(…) Os referiré apartes de mis memorias que, al echar una mirada hacia el pasado, recuerdo aquel abismo profundo, insondable, lleno de oscuridad, en donde hasta hace poco yacía y vagaba en la erraticidad mi alma apesadumbrada, inerme, desmoralizada; y cuando apenas si he logrado emerger de aquellas aguas pútridas, viscosas y pestilentes al nacer a la vida corporal, he tenido que llenar mis pulmones con este aire terrenal no menos viciado y no menos enrarecido que aquel de las catacumbas espirituales.
Muy tardíamente he reconocido que he sido yo, quién ha cavado mi propio pozo, y he sido yo quién se ha lanzado voluntariamente hacia el abismo de la desesperación, así como a ese mal entorno donde me encontraba, gracias al resultado de las malas decisiones adoptadas mediante mi libre albedrío; al igual que sido yo, el causante, el creador de esta atmósfera pesada en mi alrededor, impregnando mi Periespíritu con las emanaciones de los vicios y bajas pasiones de mis actuares actuales equivocados, opacando la luz que aquella Majestad Divina concedió a mi espíritu cuando fui lanzado a el espacio para evolucionar. Y os digo hermanos míos, que apenas sí he logrado dar un primer paso al abrir mis ojos a la luz del conocimiento de las Leyes Espirituales con demasiado esfuerzo, ante la costumbre de la oscuridad. Apenas sí diviso aquel punto distante, lejano, muy lejano de luz, donde es mi anhelo, mi deseo, y mi meta el llegar. Pero a pesar del conocimiento adquirido, eme aquí, aún envuelto en mi lobreguez, en mi precariedad, en mi imperfección manifiesta por el capricho de mi materia, al actuar la mayoría de las veces incorrectamente ya hacia Dios, ya hacia mis hermanos, acrecentando una carga ya pesada de por sí sobre mis hombros, que fatiga constantemente y amenaza con doblegar mi materia, trasegando un camino largo, difícil y tortuoso de caminar por las piedras y espinas que punzan, que hieren mi humanidad con cada paso que doy.
Hoy día reconozco, que son las mismas piedras, las mismas espinas y las mismas talanqueras que por ignorancia, yo interpuse en el camino de mis hermanos, ignorando que lo único que hacía era echarlas hacia delante, hacia mis días venideros en mi propio camino por recorrer. Este es el resultado, el producto de mi malquerencia en el pasado, que hoy debo de transitar a pie descalzo tal y como tuvieron que sufrir y transitar mis hermanos a causa de mis errores. Camino que indefectiblemente todos los encarnados debemos de transitar para salir de la oscuridad en que hemos sumido a nuestro espíritu, y así encaminarnos hacia aquella luz, que para mi espíritu se encuentra aún demasiado lejos, pero que la voluntad, y el amor hacia mi Padre, me alienta, me fortifica para seguir adelante hasta llegar a alcanzar mi meta con inteligencia, con sabiduría, con conocimiento de causa para no confundir a Dios por otra cosa, y poder construir aquellos peldaños donde he de apoyar uno a uno mis pasos hasta lograr salir de este laberinto, de este valle de oscuridad, que es este plano terrenal.
Por tal razón no puedo incentivar ni apoyar en ninguno de mis hermanos la malquerencia ni el señalamiento, porque como bien se dice en Bandera de la Paz ante Dios; “Escrito en el camino de la Verdad, quiero pedir que mis penas sean más cortas y mi materia más fuerte, ya que mis deudas que tengo contraídas no las desconozco, y servir quiero como mi Padre Eterno lo tenga dispuesto”
Entonces hermanos de mi espíritu, no ha de creerse ni esperarse que en el instante mismo en que dejamos de causar mal a nuestros hermanos y cesemos de trasgredir los Mandatos Divinos, empezaremos a bañar nuestro espíritu inmediatamente con la Luz Radiante del Padre Supremo. No hermanos, os equivocáis si así pensáis; pues se hace necesario primeramente el arrepentimiento y la expiación de las faltas que hemos cometido para poder comprender la Ley en toda su amplitud y magnificencia, y así desandar el mal camino que un día recorrimos; y con cada nuevo paso con el que nos impulsemos hacia el bien, nuestro espíritu se fortalecerá para empezar a afrontar las pruebas, las expiaciones a través de la enfermedad, de la persecución, de la traición, de la ingratitud y humillación de propios y extraños, del señalamiento, y demás que hayamos infringido a nuestros hermanos, porque hasta que no cancelemos el último céntimo de deuda contraída, no abandonaremos la oscuridad, no abandonaremos esta prisión.
“-A donde vaya ese espíritu que tenga deudas que pagar, que no sea perseguido y que tenga que pagarlas por las cuales se ha encausado.
-También como hay tantos espíritus viciosos que gustan de la perversidad y el engaño; estos también toman parte del maltrato, por envidia lo hacen.
-Entonces por lo cual, hay que vivir una vida más cerca de la verdad de Dios, para que los guías y protectores amparen, y no permitan a los espíritus malévolos hacer daños”
Nos enseñó nuestro amado hermano Ismael Garzón Triana…
Es de ahí en adelante, cuando podremos decir que nuestro espíritu ha empezado a alejarse de la oscuridad para empezar a transitar el camino del bien, hasta hacer méritos para obtener la Luz de aquella Majestad Divina.
Por lo cual os digo con toda seguridad hermanos de mi espíritu, que cada distracción, cada tiempo que se invierta en pensamientos de odio, de rencor, de envidia, así como cada sentimiento de venganza, de orgullo, de soberbia, de señalamiento que alberguemos en nuestros corazones, retrasará la construcción de aquellas gradas que se requiere para pasar al siguiente plano; porque con nuestras imperfecciones sólo podemos obtener material defectuoso, que ante el peso de nuestras faltas se derrumbará, teniendo que empezar nuevamente hasta aprender que, sólo a través de la expiación de nuestras faltas, del reconcilio, del perdón, del amor, de la caridad y de la benevolencia con la cual actuemos hacia nuestros hermanos, nos permitirá construir aquellos peldaños firmes sin que amenacen derrumbarse y caer nuevamente al vacío, a la oscuridad.
Muchos hemos trasegado el camino incorrecto, y muchos somos los que seguimos aferrados a las bajas pasiones impidiendo a nuestro espíritu avanzar hacia la luz; es por ello que muchos, a pesar de que nos encontramos al servicio espiritual ante un Padre Supremo, sucumbimos ante las pruebas, porque a la menor contrariedad respondemos SEGÚN LA OSCURIDADQUE YACE EN NOSOTROS, Y NO SEGÚN LA LUZ QUE ANHELAMOS ALCANZAR, y es ahí cuando fallamos al no poder aislarnos del mal que nos rodea, desvirtuando una Enseñanza, desdeñando un conocimiento, para terminar tergiversando y ocultamos la verdad de los Mandatos Divinos.
Entonces tened en cuenta que por el hecho de que cite al pie de la letra las Leyes Espirituales y las Obras de mis amados hermanos Ismael Garzón Triana, Allan Kardec, León Denis y muchos otros Maestros; y mis escritos describan convincentemente la comprensión, el amor, la indulgencia, la caridad, etc., y me asista cierto conocimiento; no ha de darse por descontado que mi espíritu esté bañado en luz. Os digo que es simplemente el recuerdo indeleble de lo almacenado en mi Periespíritu en vidas precedentes, así como lo aprendido en mi actual cruzada, lo que permite hablaros de lo que yace en mi memoria espiritual.
Lo que os quiero decir, es que os hablo como es mi anhelo vivir, más no como vivo yo.
Recordad también que las palabras célebres sin acción que las refrende son letra muerta en el corazón, son palabras vacías que suele llevarse el viento; entonces, sin importar la elevada condición moral y la representación que traiga el espíritu, sino trabaja arduamente en el cumplimiento de la tarea, de la misión encomendada, fracasará; porque ciertamente la cruzada más importante para el espíritu siempre será la actual, porque todo lo que haya ganado en las cruzadas anteriores, lo puede destruir en la que está, por confundir a Dios por otra cosa.
Vuestro amigo, servidor y hermano,
-Héctor Fabio Cardona-